Publicado en Expansión el 03 de agosto de 2010.
Me comenta el gestor de una cadena hotelera que los expertos contables están considerando el obligar a los hoteles a poner en su balance como deuda, el valor presente de todos los alquileres que tienen que pagar en los años venideros. Por poner un ejemplo: un hotel paga de alquiler 1 millón€/año. Supongamos que descontamos ese alquiler a una tasa del 5%. Por tanto el valor presente de los alquileres a pagar es de 1€/0,05 = 20 millones€. El hotel debería pues incluir en su balance un deuda por alquileres de 20M€.
La razón de los contables es que conviene reconocer en el balance todas las deudas y compromisos de la empresa a valor de mercado. A primer vista suena razonable, como casi todos los grandes errores, que lo son porque a primer avista suenan razonables y nadie se para a pensar en las consecuencias negativas de los cambios que se introducen. Pero este cambio presenta indudables problemas.
Primero, la empresa pasará a tener más deuda en su balance, cuando en la realidad no es así. No debe más dinero a nadie.
Segundo. Si el pasivo aumenta porque aumenta la deuda, el activo también tendrá que aumentar en la misma magnitud. ¿Qué hago? ¿Pongo en el activo el valor presente de todos los beneficios que espero en los próximos años? ¿Cómo los calculo? Tendré que hacer hipótesis, y la contabilidad resultante no me dará “números reales”, acontecidos, de beneficios y deudas, sino valor presente de los números “que espero”, tanto en beneficios como en deudas.
Tercero. La consecuencia de esta medida será que, sin haber hecho nada, tendré una empresa con más relación deuda/capital, peor que la anterior… y todo basado en futuribles.
Cuarto. ¿a qué tasa descuento los alquileres futuros? ¿al 5%, al 10%? El valor resultante de la deuda por alquileres cambiará mucho y estará sujeto a la subjetividad de la tasa que elijamos (salvo que la fije el regulador de manera obligatoria). ¿Y qué pasa si el año que viene bajan los alquileres? Bajará mucho la deuda y por tanto aumentará el capital. Como consecuencia, introduciré mucha volatilidad (cambios bruscos) en el patrimonio neto o capital de la empresa. Y todo, basado en expectativas.
El resultado es que al final la contabilidad no me dice lo que debo y lo que tengo, si no el “supuesto valor de mercado“ de lo que tengo y lo que debo, basado en una series de hipótesis que además cambian de continuo.