Lo que no se debe hacer: lecciones del safari del rey Juan Carlos para el liderazgo

Para quien tiene responsabilidades de gobierno, incluido el rey de una monarquía parlamentaria, las cualidades morales cuentan, y mucho. Todas las personas deben tenerlas, pero en el gobernante las cualidades o defectos morales tienen importantes efectos sociales. Producen admiración y estímulo o, por el contario, generan sentimientos de indignación y rechazo. La polémica generada y los comentarios escuchados o leídos por la caza de elefantes en Botswana del rey Juan Carlos I lo ponen de manifiesto.

El rey de España tiene cualidades morales probadas a lo largo de sus casi 35 años de reinado, pero un accidente doméstico ha desvelado una actuación que cuestiona algunas otras. El rey Juan Carlos se tomó unos días de vacaciones para hacer un safari en Bostwana cazando elefantes. Se hizo público a raíz de una caída doméstica, en la madrugada del 14 de abril, en la que el monarca se rompió la cadera. Fue trasladado a Madrid y una operación de urgencia solucionó el problema médico, pero apareció otro: la reacción de la opinión pública fuertemente crítica a este safari en la situación actual de crisis y penuria económica.

Puede argumentarse que cada uno tiene sus preferencias, y el rey las suyas. Alguien podrá añadir que a estos safaris acuden magnates y personajes cuya relación puede ser beneficiosa. No lo discuto, pero ¿qué decir de la ostentación y la falta de austeridad asociados a este safari? Recordemos que la palabra ostentación tiene dos significados. Uno es “exhibición que se hace de una cosa con presunción y vanidad”. El otro, quizá más ajustado al caso, es “manifestación excesiva de lujo o riqueza.” Las redes sociales y la prensa airearon la fotografía adjunta tomada en otra ocasión y publicada en la web de Rann Safaris, la empresa organizadora. El hecho denota ostentación, especialmente en el contexto actual de fortísima crisis económica con 5,2 millones de parados y 578.400 hogares en los que ningún miembro tiene ingresos.

Ha indignado también recordar que hace apenas un mes D. Juan Carlos había afirmado que el paro juvenil le quitaba el sueño y, en su tradicional mensaje de Navidad de 2011 había dicho: “Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar.” Es lógico que muchos piensen que el comportamiento del rey ha sido poco coherente y escasamente ejemplar.

Conviene sacar lecciones de todo lo que ocurre. El aprendizaje de la “caza de elefantes” puede ser fructífero y cundir a quienes, de una u otra forma, están involucrados en el gobierno de personas o tienen una misión de liderazgo. Modestia –en oposición a la ostentación–, austeridad en lugar de despilfarro, coherencia entre palabras y hechos y una conducta ejemplar son cualidades que favorecen el liderazgo, y al revés. Este caso es un “botón de muestra”.

Esta entrada también está disponible en: Catalán

6 thoughts on “Lo que no se debe hacer: lecciones del safari del rey Juan Carlos para el liderazgo

  1. Además el presupuesto de la Casa Real se ha disminuido excasamense un 2 % cuando en otros departementes ha llegado al 17%. Definitivamente estamos indignados!!!

    1. Tu comentario me da pie a introducir una información que se acaba de conocer. El empresario siriano Mohamend Eiad Kaiali fue el organizador y el encargado de financiar el viaje del rey a Botswana. El rey parece que es amigo suyo desde los años 90. El Sr Kaiali fue el principal promotor del Hotel Juan Carlos I de Barcelona a través de una sociedad de inversiones. Si es así, este viaje no cargó tanto al presupuesto de la Casa Real. Pero, ¿debía haber rechazado este regalo? Creo que sí, por motivos fáciles de imaginar.

  2. In light of what you mention about the importance of moral qualities, particularly in leaders of state, for me personally what is more striking even than the spending of money in the way exemplified here is that the ‘steward of a nation’ would be ‘capable’ of killing an animal as wonderful as an elephant and for the mere ‘pleasure’ of it. Putting this down to vanity would be very mild, I would say. I don’t think that any person in the right mind could feel anything but awe when being confronted with an elephant in the flesh in the wild and that this kind of behavior demonstrates a profound disdain for the creation.

    Although, similar to democracy, it is easier to scorn a monarchy than to present a better and ready alternative, the positive aspect of this anecdote would be that the public becomes more sensitized of the nonsense of supporting a weak – not in the least morally speaking – king. Although the event discussed is indeed an aberration, in the end it is not that extraordinary as, in essence, what a (morally weak) monarch does is spend the money endowed with by virtue of his/her bloodline – and, thus, unconditionally – while his/her compatriots go about their daily struggles without being able to count on much external help.

  3. You posit an interesting question, which would lead us to talk about to what extend is acceptable or not to hunt animals, and in what conditions, including animals as magnificent as elephants like this of the photo. This could require a longer extension. It may be a topic for another post. Thanks, Tom, for your comments.

Comments are closed.