A la reacción adversa de la opinión pública española por el safari a Botswana del rey Juan Carlos I para cazar elefantes, ha seguido otra muy positiva con la breve pero contundente manifestación del monarca el pasado 17 de abril, al dejar la clínica donde fue intervenido quirúrgicamente de la rotura de cadera en Botswana. Serio y visiblemente afectado, el rey posó brevemente para medios de comunicación estatal y, tras agradecer los cuidados médicos recibidos, declaró (ver video): “Lo siento mucho, me he que equivocado. No volverá a ocurrir”.
En contraste con el safari a Botswana que puso de manifiesto una actuación contraria a varios valores, como ya hemos comentado en este blog, en estas breves palabras de disculpa están contenidos varios valores morales: petición de perdón cuando se ha ofendido a alguien. También sinceridad para reconocer la verdad. A este propósito, expertos en comunicación no verbal, después analizar cuidadosamente el video dónde el rey pide perdón, han asegurado que es sincera. Hay responsabilidad para asumir la propia conducta, humildad y valentía al expresar públicamente que la propia conducta ha sido improcedente. Tiene razón el rey Gustavo de Suecia al afirmar que la palabra perdón es, en ocasiones, “muy difícil de pronunciar”. Hay, en fin, voluntad de rectificación de una conducta desafortunada: lo que tradicionalmente se ha denominado propósito de enmienda.
Seguro que también hay estrategia de comunicación política en lo que el rey ha dicho y en cómo lo ha dicho. No sólo los ciudadanos estaban indignados, también algunos destacados políticos mostraron su asombro y pedían explicaciones. Algunos, más radicales, incluso exigían cambios profundos en la monarquía. Es más que probable que la Casa Real estudiara cómo responder a este estado de opinión y ponderara si convenía que fuera el rey en persona quien se disculpara, o bastaba con emitir una nota de la Casa Real, o incluso dejar pasar el tiempo, sin hacer nada. La frase del rey, corta pero muy intensa, también habrá sido objeto de reflexión por el monarca, igual que el momento y el lugar elegido.
La realidad es compleja y no se puede criticar que el comunicado real tenga una clara componente de comunicación política. Sin embargo, también contiene valores. Los hemos citado más arriba y es de justicia destacarlos. Unos valores que conducen a la aceptación social y al liderazgo. Pero, para que sean efectivos, tienen que prolongarse en el tiempo y transformarse en modos usuales de conducta. Sólo así los líderes llegan a ser creíbles.
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