Hacia una comprensión unitaria de la actividad económica

A mediados de 2009, cuando la actual crisis ya llevaba tiempo cabalgando, Benedicto XVI escribió: «Los aspectos de la crisis y sus soluciones, así como la posibilidad de un nuevo desarrollo futuro, están cada vez más interrelacionados, se implican recíprocamente, requieren nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista.» Este texto pertenece a la carta-encíclica Caritas in veritate (“amor en la verdad”), en su n. 21. Este documento papal tiene propuestas relevantes. Más que criticar las deficiencias prácticas del actual sistema económico, el Romano Pontífice indaga en sus fundamentos antropológicos, sus razones metodológicas y la necesidad de una visión más integradora de economía y ética. Su visión es animante pero, a la vez, plantea retos para la innovación y anima a actuar con coraje.

Un equipo  internacional de profesores universitarios de distintas disciplinas hemos  aceptado este reto y estudiado durante largo tiempo el documento papal desde distintas perspectivas e intercambiando ideas. El trabajo ha quedado plasmado en un volumen que acaba de aparecer. Esta divido en dos partes. En la primera se profundiza en una visión más holística de la actividad económica. Empieza con un trabajo que contrasta el enfoque filosófico y teológico de la encíclica con el paradigma económico neoclásico (Dierksmeier), otro analiza la rupturas entre las esferas económica y social, la desconexión entre el trabajo y el origen de la riqueza y el divorcio entre mercado y democracia, y la necesidad de recomponer estas separaciones (Zamagni). Junto a las críticas a los desarrollos recientes de los mercados financieros, un tercer autor aboga por una recuperación de la sustancia antropológica y moral de la actividad financiera (Dembinski). También se analiza la necesidad de una ética amiga de la persona para un correcto dinamismo económico (Melé) y la recuperación de una racionalidad más amplia que la actual racionalidad calculadora y de la introducción de la lógica del don en el mundo de la economía y la empresa (Torralba-Palazzi). Bajo la inspiración de la encíclica, se sugiere también una interesante perspectiva para reformular las responsabilidades sociales corporativas (Aßländer).

La segunda parte está dedicada al desarrollo humano en relación con una dirección humanista. Se propone subrayar el carácter vocacional del desarrollo y la necesidad del don de uno mismo para lograrlo, con implicaciones para la gerencia de empresas (Kennedy). Se discute también un perfil de empresario humanista subyacente en la encíclica (Beabout) y cómo el humanismo cristiano puede contribuir a una mejor dirección de empresas (Pezoa). Más allá de los contratos, también el amor a los demás y la lógica del don pueden ser incorporados a la teoría de la empresa (Argandoña). Habish y Loza señalan como la gratuidad podemos encontrarla en diversas situaciones a lo largo de la historia y de la actividad emprendedora. No falta tampoco lugar para la consideración del trabajo como medio de desarrollo y, en concreto, los problemas y posibilidades que ofrece el trabajo de las madres trabajadoras (Miller).

En resumen, un libro con propuestas bien fundamentadas que debe ayudar a reflexionar sobre la salida de la crisis y de cara al futuro. Aunque sea coeditor, tengo la osadía de invitar al lector leerlo.  Como siempre, los comentarios serán bien recibidos.

 

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