Hace poco más de un mes –el 5 de marzo –falleció Hugo Chávez (1954-2013), que por espacio de 14 años (1999-2013) fue presidente de Venezuela y promotor de la ‘Revolución Bolivariana’, que ha transformado su país y ha influido signficativamente en otros países de la región. Hace dos días –el 14 de abril– hubo elecciones en este país y fue elegido Nicolás Maduro –a quien Chávez designó como su sucesor– aunque por un escaso margen y no poca controversia.
Vimos multitudes emocionadas despidiendo a Hugo Chávez. No cabe duda que, para bien o para mal, Hugo Chávez fue un gran líder para millones de fervientes seguidores, aunque también tuvo firmes detractores, y huelgas, paros estudiantiles y una rivalidad irreconciliable con la oposición.
Aquí, me interesa, sobre todo, analizar el liderazgo de Hugo Chávez, aunque sea con la brevedad que permite una entrada de blog. Para ello acudiré a la teoría del liderazgo, que presenta varios tipos ideales de líderes, que resumiré. ¿A cuál de ellos responde el liderazgo de Chávez? Me fijaré en cuatro de ellos.
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Quizá lo más evidente es encuadrar a Hugo Chávez en un tipo de liderazgo carismático. Deriva de las cualidades personales del líder y de su preocupación por solucionar los problemas de los seguidores. Se ha dicho de Chávez que fue un jefe brillante, imprevisible, contradictorio, errático, afecto al darwinismo social, construido para la confrontación. Con mucha confianza en sí mismo, capacidad de recuperación y una ingente energía. Se presentó con aires mesiánicos, a veces incluso con alguna excentricidad, pero se atrajo a mucha gente.
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Aparte de este tipo de liderazgo hay otros que se fijan en la relación establecida entre el líder y sus seguidores. Uno de ellos es el liderazgo transaccional, que se caracteriza por unas relaciones de intercambio. De modo simple puede enunciarse así: “si tu me sigues (me votas, me apoyas) de daré a cambio algo que te interesa”. El liderazgo de Hugo Chávez tuvo mucho de ello. Con fuertes diferencias sociales y muchos pobres, Chávez dio a estos su máxima prioridad. Son famosas sus ‘misiones’ en barrios marginados, unos programas de bienestar social, sobre todo para atender asuntos de salud y educación, y dar oportunidades de vivienda. A cambio recibió el voto unánime de los pobres.
- La actuación de Chávez tuvo también mucho de liderazgo transformacional, que viene definido por buscar cambiar a los seguidos motivándoles hacia metas comunes. Chávez entusiasmó a muchos con su revolución bolivariana. No desaprovechó ocasión alguna, particularmente en sus comparecencias semanales en TV, para inculcar su ideología. Los uniformes rojos de sus seguidores y manifestación entusiastas movidas en gran medida por la ideología que Chávez propugnaba indican un fuerte liderazgo transformacional.
- En cambio no se puede afirmar que el liderazgo de Hugo Chávez fuera un liderazgo servidor, tal como lo presentó Robert Greenleaf. El líder servidor se convierte en líder sirviendo –no necesariamente ocupando posiciones de poder. El liderazgo servidor sirve a las personas e instituciones tomando como referencia el bien común. Pienso que Hugo Chávez sirvió a su ideología más que al bien común. Limitó seriamente derechos y libertades fundamentales, incluyendo la libertad de expresión, para evitar críticas al régimen. Se cuestiona también la presión que ejerció sobre el ejército, el poder judicial y otras instituciones del Estado en detrimento de su independencia.
La calidad ética del liderazgo de Hugo Chávez está en entredicho. Aunque la intención de erradicar la pobreza es loable, no lo es tanto los medios utilizados ni las consecuencias previsibles a largo plazo. Los programas sociales aplicados son limitados y su ideal de reducir la desigualdad de riqueza entre la población está aún lejos de conseguirse. La política social de Chávez ha sido más de subsidios que de promoción efectiva de la gente más necesitada. Se volcó más con el exterior que en el interior, efectuando generosos donativos con su petróleo para extender el bolivianismo.
Además, los programas sociales no se han armonizado con una política económica sostenible. Se ha informado que durante seis años consecutivos, hasta 2012, la tasa de inflación de Venezuela superó 20%, siendo la mayor de América Latina. Cuando Chávez llegó al poder, el dólar se cotizaba a 0,5 bolívares, desde entonces el bolívar se ha devaluado siete veces. Ahora el cambio preferente es 6,30 bolívares por dólar y en el sistema de subasta se estima que supera los 14.
El tamaño del Estado ha aumentado considerablemente, con expropiaciones de dudosa legitimidad moral. Cuando Chávez llegó al poder en 1999, la contribución del Estado a la actividad económica era del 35%; hoy ha alcanzado el 43%.
Existe incertidumbre sobre la producción industrial y agrícola. El futuro económico de Venezuela es hoy muy dependiente del petróleo y su cotización internacional. Hay desabastecimiento de mercados y paro, que, según entidades no oficiales, alcanza el 30% (oficialmente es sólo el 7%). Hay mucha corrupción y la violencia ha aumentado considerablemente. Venezuela es hoy el país con mayor numero de asesinatos del mundo por cada 100.000 habitantes, después de Honduras.
El liderazgo de Hugo Chávez tiene mucho de carismático, pero también de transaccional y transformador. Nicolás Maduro quiere liderar ahora siguiendo la estela de Chávez, pero el país está profundamente dividido y hasta enfrentado, con una rabiosa polarización que no augura paz ni siquiera un diálogo civilizado. Para reflexionar.
¿Serán capaces otros líderes Latinoamericanos de luchar contra la pobreza sin caer en los extremismos y excesos de Chávez? En Europa, con todas las dificultades que se quiera, tenemos una amplia clase media y razonables niveles de protección social. ¿Por qué no lograrlo en Latinoamérica?
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