Sobre el blog

Una visión humanista y racional
Buenas y malas prácticas en management

Este blog intenta ser un punto de reflexión sobre los (muchos, desgraciadamente) males que aquejan al management tal como se predica y como se practica hoy en día. Si en tiempos pasados (antes de la II Guerra Mundial, por ejemplo) el principal mal era que muchas veces se dirigía por mera intuición o únicamente por la propia experiencia, hoy hay muchas prácticas (algunas buenas y muchas malas) que supuestamente se basan en conocimientos sólidos. Pero en conjunto han conducido, entre otras cosas, a la actual crisis, a que los niveles de confianza de unos en otros hayan bajado en picado, a la falta de integración de las personas en la empresa y a la falta de compromiso de la empresa con sus empleados y con sus clientes.

Las empresas, y las organizaciones en general, no son entes aislados del conjunto de la sociedad, sino que reflejan en una buena medida los valores sociales y las maneras de hacer de la vida corriente, a la vez que contribuyen a crearlos. Y si (como muchos pensamos) hay una crisis de valores que hace que no sepamos muy bien a donde vamos como sociedad, podríamos esperar que esta crisis afecte a la dirección de organizaciones.

Lo cual claramente ocurre. Así, en los últimos tiempos hemos visto cómo se ha popularizado la idea de que el objetivo principal de la empresa debe ser la maximización del valor de la misma, lo que horroriza a otros. En nuestra opinión, con razón, pero no tienen una teoría alternativa que ofrecer, sólo algunos atisbos. Y entonces, la corriente dominante pone en práctica procedimientos y procesos que pueden ser consistentes con aquella idea, pero que producen efectos muy negativos.

Obviamente hay también aspectos positivos, la mayor parte de los cuales producen poco ruido. Como siempre, las malas noticias se abren paso mejor que las buenas.

Este blog se ha puesto en marcha para criticar estas malas prácticas, algunas bastante generalizadas, divulgar justificar y fundamentar las buenas. A la vez, proponer prácticas alternativas que conduzcan a algo más que un puro rendimiento económico o eficacia inmediata: a un desarrollo de las personas, a un aumento de su bienestar y a un clima social y organizativo mejor que el que tenemos.

Como sugerimos en el título, hay dos puntos de partida fundamentales en nuestra manera de ver las cosas: la racionalidad y el humanismo. La racionalidad empieza por utilizar los medios correctos para conseguir los fines que se proponen y ayuda a escoger los fines que merecen la pena; el humanismo ayuda a tener en cuenta, como decía Drucker, que cuando se contrata a una persona, se contrata a una persona entera, no una “mano” o cualquier otra extremidad. Lo cual tiene importantes implicaciones para escoger los fines que merece la pena conseguir.