Publicado en Expansión el 10 de diciembre de 2008.
Se viene hablando de la conveniencia de regular las agencias de rating, habida cuenta del papel crucial que desempeñan en el sistema financiero. Sin rating una empresa no puede acudir al mercado de capitales y tendrá dificultades de financiación. Sin rating el inversor también tendrá dificultades para evaluar el riesgo de aquello en lo que invierte.
El principal problema de las agencias de rating, en mi opinión, es el conflicto de intereses. Me explico con un ejemplo. La empresa A solicita un rating a la empresa de rating R para una emisión de bonos. A cambio paga unos honorarios (fees). Si el rating es malo, la empresa A tendrá que pagar más intereses por su emisión de bonos. Si el rating es malo, la empresa A puede no aceptar el rating y no pagar. Los incentivos están puestos para que la empresa de rating sea benevolente en sus juicios. No digo que lo sea, pero sí digo que los incentivos le pueden llevar a ser benevolente, a favor de la empresa evaluada y en contra del interés de los inversores.
Creo que la solución no sería muy complicada. En primer lugar la metodología para el rating debería ser pública y común para todas las empresas (y deseablemente para todos los países). En segundo lugar, la información que la empresa evaluada proporciona a la agencia de rating debería ser pública (y mejor si está accesible en Internet que es el mejor modo de hacer pública la información). El regulador público se encargaría de aprobar la metodología consensuada con las agencias de rating.
Con estos dos sencillos procedimientos se conseguiría total transparencia, tanto en el proceso, como en el resultado del rating. No habría posible arbitrariedad, pues el análisis de rating podría ser replicado por la empresa evaluada o por terceros. La empresa de rating no podría introducir subjetividad, pues tanto la metodología como los datos serían fijos y públicos. Incluso el inversor interesado, podría replicar el rating, aunque probablemente no le compensaría el esfuerzo y preferiría confiar directamente en el rating otorgado.
Es posible que las agencias de rating no estén muy de acuerdo con estas sugerencias. A nadie le gusta ser regulado. Pero hay que tener en cuenta que estas agencias tienen una clientela cautiva debido a que el propio regulador pide a las empresas que se sometan a un rating. Además su papel es crucial para el sistema financiero. De ahí que sea deseable una regulación , sencilla, consensuada y transparente. Todos ganaríamos con ello.