Publicado en Expansión el 07 de enero de 2009.
Estamos a comienzos de año y en plena crisis. Los tiempos de crisis son proclives al malhumor y a las relaciones tensas. Por ello, hoy no hablaré de la crisis financiera, sino de algo más positivo… por si sirve.
Dice el refrán “no hay peor desprecio que no hacer aprecio”. Creo que es de gran utilidad en la convivencia diaria y en el trabajo directivo.
Cuantas veces no hacemos aprecio, en casa por ejemplo, por que no nos damos cuenta. Un detalle decorativo o un detalle en el vestir de la persona que nos quiere; no lo vemos y claro está, no podemos apreciarlo. Resultado, frustración, enfado o desdén en la persona que nos quiere. Moraleja, quizá hay que prestar más atención a lo que los demás hacen para nosotros.
En otras ocasiones, sí nos percatamos, pero simplemente nos parece que es un detalle sin importancia … no lo valoramos. El resultado suele ser el enfado de la otra parte. Y la moraleja … pues quizá tenemos que valorar más lo que hacen los demás y menos lo que hacemos nosotros.
El mismo refrán se puede aplicar a las relaciones profesionales, especialmente con personas que trabajan a nuestro servicio (nuestros colaboradores). Con frecuencia no nos percatamos de lo que hacen bien y sólo nos fijamos en lo que hacen mal (no hacemos aprecio… que es un desprecio). También con frecuencia tendemos a pensar que nuestras aportaciones son las realmente relevantes y quizá no valoramos un sinfín de pequeños detalles llevados a cabo por nuestros colaboradores y que hacen posible que “nuestras ideas” salgan adelante.
La tarea de un directivo es tirar para arriba de las personas que de él dependen. Ahora le llaman liderazgo (palabra que me agota de tanto uso y abuso que se le da). Pues bien, creo que un buen modo de dirigir es fijarse en lo que hacen los que de nosotros dependen y corregir cuando toca, pero también hacer aprecio cuando toca, valorar lo que hacen los que de nosotros dependen.
Creo que apreciar lo que otros hacen es un gran modo de motivar a los demás y de crear buen ambiente en el trabajo. A la postre a todos nos gusta que nos aprecien. Pues de eso se trata. Y en tiempos de crisis, cuando la tensión aflora y “el mal rollo” se esparce, razón de más para aplicar esta simple receta: “hacer aprecio”. Feliz 2009 para todos.
Eduardo Martínez Abascal es Profesor Ordinario del IESE en el área de Dirección Financiera.