Publicado en Expansión el 28 de octubre de 2009.
La semana pasada comenté la analogía entre la esclavitud, permitida hasta bien entrado el S.XIX y el aborto. La mayor concienciación sobre la dignidad de la persona humana, radicalmente incompatible con la esclavitud, llevó a la abolición de ésta. Concluía que el avance en el conocimiento científico sobre la vida humana desde su concepción en el útero materno, nos llevará a la abolición del aborto.
Ahora bien, con la abolición de la esclavitud se evitó un problema pero surgieron otros muchos que los partidarios de la esclavitud habían advertido. Al ser expulsados a la fuerza por sus amos, muchos esclavos perdieron el sustento; las familias previamente esclavas se desestructuraron; surgió la delincuencia pues los esclavos no tenían medios de vida. Las primeras consecuencias podrían verse como un desastre. ¿Debería haberse mantenido pues la esclavitud, aunque fuera en una forma más mitigada? La respuesta es no. Lo que debería haberse hecho es prever los posibles efectos negativos que toda medida por muy buena que sea, suele tener.
Creo que lo mismo se puede aplicar al aborto. El aborto se produce por una serie de causas que son las que hay que atacar. El aborto no es la solución a un embarazo no deseado, del mismo modo que la esclavitud no era la solución para facilitar a la población esclava unas mínimas condiciones materiales de vida.
Existen muchas asociaciones de ayuda a madres que quieren abortar, para que continúen con su maternidad. Esas asociaciones conocen bien el problema y las causas de por qué esas mujeres quieren abortar. Basta con preguntarles y poner los medios para evitar los problemas.
En muchos casos son problemas económicos. Pues no estaría de más dar una subvención por cada niño que se trae al mundo. En muchos países lo hacen y da resultados. Recordemos que en España la tasa de fertilidad es 1,2 niños por pareja. Es decir, de continuar así dos generaciones más, 4 abuelos tendrán solo un nieto, o en otras palabras, habremos reducido la población activa a uno por cada cuatro ancianos.
Es sabido también que hay muchas personas que quieren adoptar y que el proceso cuesta un dineral. Aunque suene mercantilista, quizá se podría estudiar el que las madres llevaran a cabo su embarazo y luego dieran al niño en adopción.
Estoy seguro de que se pueden buscar soluciones, se deben buscar soluciones, para que las madres no vean su maternidad como una carga insufrible (entre otras cosas eso es un sentimiento antinatural). El aborto no es solución. Tampoco lo era la esclavitud y ahora nos alegramos de haberla abolido y nos asombra que tardáramos tanto en hacerlo.