Grecia

Publicado en Expansión el 05 de mayo de 2010.

La crisis griega sigue dando mucho que hablar. El Wall Street Journal (WSJ 26/4/10) dedicaba varios artículos a explicar las causas de fondo de los males de Grecia. Hago un resumen.

Ya desde el tiempo Otomano, la clase dominante griega eran los recaudadores de impuestos y así siguió siendo después de la independencia. No existió una burguesía emprendedora (o existió menos que en otros países). En la sociedad griega está, pues, muy arraigada la idea de que la prosperidad emana del Estado y hay que arrimarse al él si uno quiere prosperar. En la actualidad uno de cada cuatro trabajadores griegos depende del sector público.

Los colectivos profesionales han buscado en el Estado un tratamiento preferencial y privilegios, desde los farmacéuticos hasta los abogados, transportistas, etc. Esto provoca una carencia de competencia y hace que los productos y servicios no sean suficientemente competitivos (o son caros o no son de calidad suficiente).

Un entramado de regulaciones y tasas, en beneficio de estos colectivos, hace muy poco transparente el sistema de precios. Esta falta de transparencia está muy arraigada tanto en las cuentas públicas como en la de las empresas.

Con este sistema se puede vivir. Los latinos somos expertos en ello y los españoles hemos tenido un sistema algo similar durante años. Pero no se puede vivir dentro de la disciplina del euro.

La consecuencia es (de nuevo según el WSJ) que el país es poco competitivo pues hay poca productividad, los costes laborales son altos y hay exceso de regulación. Con este cóctel el resultado es previsible: cada vez vendes menos fuera y compras más fuera, por tanto tienes más déficit que financias pidiendo prestado. Y así hasta que llega un momento en que no te prestan y haces suspensión de pagos o cortas dramáticamente los gastos (con despidos masivos y coste social importante).

¿Estamos nosotros igual que Grecia? Ni por asomo. Tenemos menos deuda, menos déficit, empresas más fuertes y un estado que -más o menos, con datos en la mano- funciona mejor que el griego. El problema es que da la sensación de que  caminamos en la misa dirección y con los mismos males que Grecia. Estamos muy lejos todavía, pero parece (insisto, parece) que vamos en esa dirección.

Por tanto, como dice el dicho: “cuando veas la barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar”. Ahora es el momento de hacer los ajustes necesarios para la economía española si no queremos vernos abocados a una situación como la griega.

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