Publicado en Expansión el 08 de junio de 2010.
Las crisis suelen suceder habitualmente después de un boom, donde se producen excesos. Ambos, excesos y crisis, quizá se producen porque nuestra memoria histórica es corta y enseguida nos olvidamos de los excesos cometidos y de las crisis que estos conllevaron. Un ejemplo típico es el boom de las Olimpiadas (1992) y la crisis del 93-95.
Ahora estamos muy preocupados con la crisis, ciertamente la mayor desde hace 70 años. Pero, en mi modesta opinión, no hay nada nuevo bajo el sol. Casi nada ocurre, que no hubiera ocurrido antes. Y si ponemos los medios adecuados, también de esta podremos salir, como lo hicimos antes. Veamos a continuación algunos ejemplos, de problemas actuales que ya ocurrieran en el 93.
Boom inmobiliario. Ya tuvimos un boom inmobiliario, con precios muy caros en el periodo 86-92. La crisis del 93 hizo que muchos bancos acumularan un importante parque inmobiliario. Lo mismo había ocurrido en el 81-83. Los bancos se convirtieron en las principales inmobiliarias del país. A partir del 96-97 fueron vendiendo los pisos y eventualmente acabaron vendiendo las inmobiliarias cuando la economía se recuperó. La tasa de recuperación de los créditos inmobiliarios en mora (hipotecas y promotores), llegó al 95%. Claro que esto requirió unos cuantos años.
Morosidad bancaria. Ahora preocupa mucho. Está en el 5% del total de créditos concedidos. “Deja vu”. En el 95 llegó a alcanzar casi el 10%, el doble de la tasa actual. Con la recuperación económica la morosidad bajó hasta el 1%. Cierto que muchos bancos y cajas desparecieron, se fusionaron, o fueron intervenidos (recuérdese el caso Banesto, uno de los grandes del país). Pero el sistema en su totalidad resistió y salió fortalecido, para crear grandes entidades bancarias de alcance internacional (que no teníamos antes del 93).
Déficit comercial. Ya nos ocurrió también en el 90-92. El dólar cotizaba a 90 pts (equivalente a 1€ = 1,8$). Como consecuencia los españoles éramos los ricos del lugar y no parábamos de comprar fuera, con el consiguiente empobrecimiento de la economía doméstica. Además, y lógicamente, no vendíamos fuera, ya que nuestros productos eran caros. Al final el problema se solucionó con tres devaluaciones consecutivas que llevaron la peseta a 1$ = 150 pts. Con ello, dejamos de importar y empezamos a exportar, y se favoreció la salida de la crisis. En dos años se había acabado el déficit comercial y en el 96 ya teníamos superávit. El problema ahora, y problema no pequeño, es que ya no podemos hacer devaluación. Tendremos que aprender a producir más baratos siendo eficientes en nuestros costes, y esto es notablemente más complicado y doloroso.