Publicado en Expansión el 13 de julio de 2010.
Estamos de acuerdo que nos falta competitividad, es decir, nuestros productos resultan caros y no es fácil vender, ni dentro ni fuera. Un modo de mejorar la competitividad es aumentar la calidad y el precio de los productos que vendemos. Ya hablamos de ello la pasada semana. El otro modo es reducir su coste, para así poder vender más barato y vender más. El coste de nuestros productos tiene tres componentes: coste salarial, coste de aprovisionamientos o compras y gastos generales de la empresa. Hoy hablaré de coste salarial.
El coste salarial tiene dos componentes, número de horas que empleamos en elaborar un producto y coste por hora. Una queja habitual entre los empresarios es que el coste laboral en España es muy alto. Y sin embargo nuestros salarios son más bajos que los de nuestros vecinos (lógico, al ser un país menos rico). Por tanto el problema no está en los salarios sino en las horas que dedicamos a elaborar el producto o servicio. La industria ha hecho un gran esfuerzo de métodos y tiempos (y de inversión en máquinas), para aquilatar al máximo las horas que se necesitan para fabricar. Pero me temo que en servicios no hemos hecho el mismo esfuerzo. Gastamos demasiadas horas en prestar un servicio. Pero resulta que los servicios representan el 65% más o menos de nuestra economía, por tanto es aquí donde tenemos que afinar.
¿Por qué empleamos muchas horas en prestar el servicio? Pues habrá que mirarlo, pero apunto algunas posibles causas. Hay que planificar bien los procesos de producción en servicios, igual que se ha hecho en las fábricas. En muchas empresas existen demasiados trámites innecesarios de aprobaciones, controles, etc. que gastan muchas horas y se podrían evitar, pues frecuentemente no aportan nada, más que controlar… para nada. Cada vez que ocurre un problema, se monta un sistema de control para que ese problema no vuelva a ocurrir. El sistema de control se consolida y aumenta el número de “controladores” sobre el de “productores”. Es decir aumenta la ineficiencia. Dedicamos más horas de las que deberíamos.
Me dice un lector: “cuando presupuesto un proyecto en mi oficina de Madrid sale un 35% más caro que en la oficina de USA”. Pues sólo puede ser porque aquí cargamos demasiadas horas.
Otro problema Hay que trabajar horas de 60 minutos, no de 45… no lo hacemos (creo). Otro problema, ahora en retroceso por la crisis: demasiado absentismo (la CEOE dice que ronda el 5%).
En definitiva. Hay que replantearse a fondo las horas necesarias para producir un servicio, y eliminar las que no sean estrictamente necesarias.