Publicado en Expansión el 20 de octubre de 2010.
La recomendación fundamental de Basilea-III es elevar el core capital (el capital de toda la vida) de un mínimo del 2% a un 4,5% del total de activos ponderados por riesgo. A esto se añade un buffer o colchón de reservas de otro 2,5% suplementario. Total, los bancos deberán tener un mínimo de un 7% de capital. No entiendo muy bien porqué se habla del buffer pues a la postre, las reservas son también capital. Creo que sería más claro decir, sin más, que hay que tener un 7% de capital y punto. Pero vaya, los expertos suelen hablar así. No se exige nada durante el 2011 y 2012 y a partir del 2013 se pide un incremento progresivo del capital hasta alcanzar el 7% el 1 de enero de 2019.
A cada tipo de activo se le da una ponderación de riesgo. Por ejemplo si el banco invierte en bonos del estado que se consideran riesgo cero, la ponderación es 0%, o en otras palabras, el banco no tiene que poner capital. Para las hipotecas la ponderación es 50%, para créditos personales el 100%, etc.
¿Resuelve esta medida el problema de solvencia de los bancos? En mi opinión, no. El principal motivo de la crisis financiera en USA y UK (no tanto en España, aunque también) no ha sido la falta de capital, sino el haber invertido en activos con mucho riesgo: las famosas subprime, los CDO, CDS, derivados, activos fuera de balance, etc. El equivalente en España ha sido el crédito a promotor inmobiliario. Un activo con este nivel de riesgo te puede caer de valor más de un 10%-20% en un año. Frente a esa caída, el tener un 7% de capital en lugar de un 5% poco puede paliar el problema. Una vez más, cometemos el error de mirar el número pequeño, el capital, que puede ser un 5% o un 7%, y no nos fijamos en el número gordo, los activos, que representan el 100%.
El problema es la cuantificación del riesgo, es decir, cuánto puede bajar un determinado activo o qué probabilidad hay de que no me devuelvan el crédito En banca retail y en España tenemos un histórico que nos ayuda mucho a cuantificarlo. Pero si inviertes en productos nuevos, con derivados y sofisticaciones, el histórico no existe y la pérdida puede ser más que notable. Por eso aquellos países que han invertido más en productos “novedosos” han tenido muchos más problemas. Ha habido muchos errores y optimismo en la evaluación del riesgo de los activos y en eso también han tenido que ver las agencias de rating.