Publicado en Expansión el 01 de diciembre de 2010.
Vivimos semanas de mucho nerviosismo en los mercados. La bolsa baja, especialmente la española. El tipo de interés de la deuda del bono español sube, hasta alcanzar una prima de riesgo de 250 puntos básicos (2,5%) sobre el bono alemán. Los inversores están nerviosos.
Curiosamente, el mismo día en que se aceptaba la “ayuda a Irlanda”, miércoles 24, los periódicos y los analistas financieros ya no hablaban de Irlanda, sólo de Portugal y de España. El problema de Irlanda era ya historia.
¿Quiere decir esto que España está fatal y al borde de la quiebra? No. Lo que quiere decir es que los mercados tienen malos presentimientos sobre el futuro de España, o bien porque España va mal o bien porque sus presentimientos son negativos. Recordemos que los mercados no reflejan necesariamente la realidad, sino la realidad tal como ellos la perciben. Y estos mercados no son entes suprahumanos de fría y perfecta racionalidad, son seres humanos, que como todo hijo de vecino, tienen sus presentimientos, angustias, pánicos, y euforias, de las que ya tenemos experiencia abundante.
¿Cuáles son los efectos de esta subida de la prima de riesgo? En el 2011 el gobierno español tendrá que emitir entre 100 y 150 millardos de deuda. Suponiendo que la prima de riesgo aumente un punto más, esto quiere decir que tendremos que pagar 1 ó 2 millardos más. No es un gran problema, habida cuenta de que la administración pública se gasta en España 482 millardos (dato 2009). El problema gordo vendrá si no nos prestan.
¿Indica todo lo anterior que hay que pasar de los mercados? No, en absoluto. Los mercados te dan una indicación de cómo te ven. Y si te ven mal, quizá es que no eres tan guapo como te parecía o como dices ser.
El problema no está en lo mercados. El problema está en que nuestra economía no pinta nada bien, entre otras cosas porque no se acaban de acometer reformas necesarias, aunque se hable mucho de ellas. En primer lugar hay que arreglar el déficit, eliminando todo gasto público innecesario y que no sea productivo. Pero sobre todo, hay que facilitar la vida a nuestras empresas, para que puedan ser competitivas y vender fuera. Es la única solución de la crisis: que las empresas vendan más porque son eficientes. Con empresas que vendan, habrá empleo, crecimiento económico y recaudación e impuestos para reducir el déficit. Esta es la gran tarea que tenemos por delante. Hasta ahora poco se ha hecho.