Artículo publicado en Expansión el 23 de marzo de 2011.
El gobierno ha impuesto el límite de velocidad en carretera con el ánimo de reducir hasta un 10% el consumo de petróleo. La medida ha generado su polémica. Veamos los números. La fuente es CORES, Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos, cuyos informes se pueden consultar en la Web.
España importa unos 350 millones de barriles de petróleo al año. Estos nos cuestan entre 15 millardos (miles de millones) de euros (año 2005) y 22 en el 2010. Obviamente esta variación depende de la enorme fluctuación del precio del petróleo y del cambio euro/dólar, pues el petróleo se paga en dólares. Si incluimos otros productos energéticos y derivados del petróleo, la factura se nos va a 44 millardos. Poniendo las cosas en perspectiva: las importaciones totales de España en el 2010 (según el INE) fueron de 290 millardos.
De los 22 millardos dedicados a compra de petróleo, el 60% más o menos van a combustible para automoción, es decir unos 13 millardos (tirando por lo alto).
¿Ahorraremos petróleo con el nuevo límite de velocidad? Pues veamos. Según el RACC, el 30% del consumo de gasolina de vehículos se realiza en ciudad, 15% en carreteras convencionales, 25% lo realizan vehículos pesados en autopista y autovías, 15% vehículos circulando en autopistas y autovías en situación de congestión (2 millones de coches se atascan a la entrada de las ciudades cada día y los atascos consumen mucha gasolina) y el 15% restante lo consumen vehículos circulando por autopista a altas velocidades. Solo a estos últimos afecta la reducción de consumo. Según el gobierno, bajar de 120 a 110 supone ahorrar un 10%-15% de gasolina. Siendo optimistas y dándolo por bueno, y teniendo en cuenta que la medida durará tres meses, el ahorro de petróleo será de 15% de la gasolina afectada x 15% de ahorro x ¼ de año x 12 millardos = 70 millones. Aunque fuera más, pongamos 100 millones de euros… no deja de ser el chocolate del loro.
Tenemos un problema energético importante, pero el gobierno apunta una solución en la dirección equivocada. Mira al número pequeño, en lugar del número gordo. Mala cosa para un gobernante el diagnosticar mal el problema. Y peor todavía, que el gobierno no deje decidir al ciudadano si este quiere gastar el dinero en gasolina o en lo que le dé la gana. De hecho el ciudadano ya ha decidido, y mucho antes que el gobierno: el consumo de combustible para automoción ha descendido un 5% en el 2009 y otro 2% en el 2010. Pero el gobierno sigue sin fiarse del ciudadano.