Artículo publicado en Expansión el 18 de mayo de 2011.
La semana pasada la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Sra. Aguirre, ya en campaña electoral, lanzó la propuesta de que la entrega del piso salde la hipoteca. Es un tema que viene saliendo recurrentemente desde hace tiempo.
Todos sabemos que en España y en buena parte de Europa (no así en países anglosajones), la hipoteca es un crédito contra la persona, con la garantía de una casa. De modo que si la persona no paga, el banco se queda con su casa, la vende, y sigue reclamando la deuda que quede pendiente. En este menester de cobrar incobrables los bancos españoles son expertos. Recordemos que en la anterior crisis inmobiliaria del 93, recuperaron un 95% de los créditos hipotecarios morosos. Son tenaces y acaban cobrando.
Estas características hacen de la hipoteca un producto de “poco riesgo” para el banco. Esto, facilita que el banco conceda hipotecas baratas a todo tipo de personas, aunque su nivel adquisitivo no sea muy potente. Esto permite que todo el mundo tenga acceso a la vivienda.
Esta legislación ha permitido que muchos españoles tengan casa en propiedad (tema sociológicamente importante para nosotros), además de contribuir a la formación de clase media y también a desarrollar el sector bancario y el constructor.
Ciertamente, se podría crear otro tipo de hipoteca, modelo anglosajón, en el que al entregar la casa se cancela la deuda. Pero ese producto tendría más riesgo. Por tanto la hipoteca concedida sería más baja y los intereses cobrados más altos. El resultado es que sólo los más pudientes podrían acceder a ese tipo de hipotecas.
Lo que en mi opinión sería un craso error sería eliminar el status jurídico de la hipoteca actual. Automáticamente los bancos dejarían de dar hipotecas. Ya hay problemas hoy en día en la obtención de la hipoteca para que encima pongamos más trabas. Y desde luego, lo que no se podría hacer de ningún modo es cambiar la legislación actual con efecto retroactivo, es decir que todos los que tenemos hipoteca podamos ir al banco, entregar nuestra casa y saldar la deuda. ¡Menuda inseguridad jurídica que meteríamos en el sistema!, ¡un ingrediente más para no salir de la crisis!
En definitiva. ¿Dos modelos de hipotecas? Vale. Viva la libertad, que cada banco decida lo que quiera. Pero no conviene crear falsas expectativas: la hipoteca modelo anglosajón, no aliviará las deudas de la familia española, ni mejorará la situación de los bancos, ni tampoco la del sector de la construcción. Aunque quedará muy bien sobre el papel.