Artículo publicado el El Periódico de Catalunya el 30 de enero de 2013.
Desde la Gran Depresión (hace 80 años) nunca habíamos tenido una crisis tan larga, extensa (que afecta a más gente) y profunda (que afecta tanto). No tenía por qué haber sido así. Las causas y los síntomas de la presente crisis ya se dieron en el 93: boom inmobiliario (cerraron muchas inmobiliarias), crisis bancaria (intervención de Banesto), déficit público, déficit comercial y para colmo también entonces España fue el país revelación hasta el 92 (Olimpiadas, Expo, AVE) y todo se hundió en pocos meses. Pero se actuó y la crisis no duró mucho: en dos años ya crecíamos de nuevo.
La gran diferencia entre una crisis y otra es que en aquella se actuó y en esta no. La causa de por qué la crisis actual dura tanto es sencilla: nadie hace nada ni en Europa, ni en España, ni en Cataluña ni en ningún sitio… y si lo hacen es tarde y mal. Esa falta de acción o el empeñarse en dogmáticas teorías económicas, fue lo que exacerbó la crisis del 28 y la convirtió en la Gran Depresión.
El primer responsable de esta inacción son los gobernantes de la UE, pues a ellos hemos cedido la política monetaria y cambiaria, instrumentos poderosísimos para moderar las crisis, que apenas se han utilizado. Tampoco el presupuesto de la UE. Pero es que ninguno de esos gobernantes piensa en Europa, sólo piensan en las próximas elecciones que tienen en su pueblo o en una región de su pueblo. La salud económica de 400 millones de personas supeditada a los resultados electorales de un partido en una pequeña región europea… lastimoso, pero así ha ocurrido.
En Estados Unidos, y ante la gravedad de la crisis que venía, gobierno y cámara de representantes, partidos y oposición, dejaron de lado sus luchas y pactaron un mega plan de ayudas a empresas, familias y bancos. Y lo hicieron rápido, sólo un mes más tarde de que la crisis estallara. Supieron dejar de lado sus intereses partidistas por el bien común y les fue muy bien.
En España la situación todavía es peor: muchos colectivos intentando defender unanimamente sus privilegios sin aceptar pagar su parte de la crisis y peor todavía, los políticos, enzarzados en discusiones para intentar sacar rédito electoral a las decisiones o falta de ellas del contrario. Un guirigay de peleas entre gobierno central y autonómicos, oposición, patronales, sindicatos, ayuntamientos, colectivos profesionales, etc.
En 1977 teníamos una situación política complicada (transición, terrorismo, etc.) y una crisis económica mundial de caballo, pero no peor que la actual. Pues bien, en 1977 se firmaron los Pactos de La Moncloa, en los que se acordaron las reformas políticas y económicas a llevar a cabo. Todos firmaron: gobiernos, partidos, sindicatos, patronales. Y todos cedieron. Todos buscaban el bien del país y no el bien propio. Y el resultado fue una transición ejemplar y poder salir de la crisis económica. Señores gobernantes: por favor pacten, no se enroquen. Todos los ciudadanos les quedaremos muy agradecidos.
Saludos Eduardo, realmente cada vez estoy más convencido de que esta crisis ha superado los umbrales de la economía y política, y se ha instalado en la indecencia. ¿ Qué podemos esperar de políticos que han convertido la pillería en la herramienta de trabajo para enriquecerse ? Nada. La falta de ética es tal que son capaces de negar lo innegable, de disfrazar de honestidad lo vergonzoso, de mofarse del compromiso social en aras de su bienestar personal. Empiezo a pensar que tenemos un problema más grave que la propia crisis.