Obsesionados con la valoración de las empresas

En un post anterior hablaba de la importancia extraordinaria de la empresa en nuestra sociedad y de su impacto en las personas; y de ahí la necesidad de contar con una concepción adecuada de la empresa. Comenté entonces el error tan extendido de considerar que el fin de la empresa es la maximización del beneficio. Hoy hablaré de otro error, más sibilino pero más perjudicial: la obsesión por la valoración.

La mayoría de libros de finanzas dicen que el fin de la empresa es la maximización del valor del accionista. Ahora el objetivo no es ya tener mucho beneficio, sino que la acción (la empresa) valga más. Como si las empresas existieran sólo para ser vendidas. El beneficio sería sólo un medio para que la empresa valga más.

Este “valor de la empresa” se fija en la bolsa: basta multiplicar el número de acciones por el precio que tienen en bolsa ahora mismo. Esto, que parece sensato, es en mi modesta opinión un error. En bolsa apenas se negocian a diario el 0,5% de las acciones de una empresa (en el caso de las empresas muy grandes). No se puede deducir de un 0,5% de acciones negociadas que el restante 99,5% vale lo mismo . De hecho el restante 99,5% de los accionistas no han vendido, y cabe suponer que el precio en bolsa no refleja el valor adecuadamente.

Pero sea como sea, la realidad es que los consejos de administración están obsesionados por el precio de la acción en bolsa y hacen todo lo que sea para que este suba . De este modo a veces la dirección de la empresa es cortoplacista, toma decisiones que quizá se reflejen rápido en el precio de la acción y no toman aquellas que el mercado no percibe bien, aunque puedan ser provechosas a medio y largo plazo.

Hemos visto este comportamiento justo antes de la crisis. Ha sido notorio en el caso de los bancos, y no sólo en España, sino en todo el mundo occidental. El mercado pedía crecimiento de ventas y beneficios para aumentar el valor de las acciones. Y muchos bancos se lanzaron a una carrera desaforada por crecer (por dar crédito) aun incurriendo en importantes riesgos. Los errores se pagan y después de fuertes subidas bursátiles tuvimos un batacazo descomunal, del que nos ha costado entre siete y ocho años años recuperarnos.

Otros bancos incluso llegaron a disminuir su capital, pues el modo de aumentar la rentabilidad del accionista y por tanto el valor de las acciones es prestando más utilizando menos capital. Luego ha ocurrido lo que ha ocurrido, que casi todos los bancos han tenido que recapitalizarse.

Además, el mercado es caprichoso o, en términos más suaves, sigue, como todos, las modas. Antes de la crisis estaba de moda crecer y las empresas que lo hacían veían subir su valor en bolsa. Durante la crisis el mercado premiaba a los que antes castigaba… en fin, que no hay quien se aclare y que esto de satisfacer al mercado no es buena estrategia.

En definitiva, no es buena cosa que el valor, y por ende la bolsa, sean el objetivo de la empresa. La empresa está para “servir” a empleados, accionistas, clientes, comunidad, etc. Lo prudente es prestar atención al mercado pero sin obsesionarse por él .


Versión editada y actualizada del artículo publicado en El Periódico el 24 de abril de 2015.
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One thought on “Obsesionados con la valoración de las empresas

  1. No puedo estar más de acuerdo con la conclusión final; pero al final, entre los «stakeholders» hay uno que es más importante, los accionistas, los dueños de la empresa. No hay que obsesionarse pero se ha de dar una rentabilidad a largo plazo razonable porque la mayoría de estos dueños son madres y padres de familia cuyos ahorros confían a la rentabilidad de los fondos de pensiones o inversión y estos a las rentabilidades de las empresas a las que invierten.

    Es necesario un liderazgo fuerte para no sucumbir a los envites caprichosos del mercado, a la vez, gestionar al Consejo de Administración para que sean prudentes y confiados; y por último, para emprender las decisiones necesarias para conseguir una rentabilidad razonable. Hay que priorizar y los accionistas son lo más importante

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