Gana el que más chilla

Artículo publicado en Expansión el 22 de junio de 2011.

Esta semana es inevitable hablar de los llamados “indignados”. La semana pasada impidieron el paso a los diputados del Parlamento de Cataluña, con insultos, intimidación, amenazas, robo… en definitiva violencia contra las personas. Además tienen tomadas las plazas de media España… y no pasa nada. Alguna reflexiones al respecto.

La ley no es igual para todos. Yo no puedo acampar en medio de la vía pública, pero si soy un indignado (o grupo pacifista, ecologista, okupa, defensor del 0,7% etc.) entonces sí. Los gobiernos deberían apoyar y defender a la mayoría silenciosa, en lugar de a la minoría ruidosa. Si por debilidad o cálculo político, no lo hace, incumple su deber y los de la mayoría nos sentimos indefensos… y nos acabaremos indignando.

Siempre gana el que más chilla. Es un error que corrompe radicalmente el principio básico de la democracia: una persona igual a un voto. No, no es así. Un chillón = muchos votos. Si usted no chilla, su voto no vale. Cierto que hay que escuchar a todos. Cierto que decenas de miles en la calle, algo quieren decir, pero millones de votos expresados en las urnas, hace solo pocas semanas, dicen muchísimo más. Que no nos hurten el resultado de nuestras decisiones libres.

Desgraciadamente no se juzga a las personas y movimientos por lo que hacen, sino por lo que dicen. Se comenta en los medios que los indignados tienen propuestas interesantes y que de algún modo representan al pueblo, o a una parte de él. Me parece bien. Pero yo no puedo juzgar sobre la bondad de un individuo en función de lo que dice. Fácilmente me dejaría llevar por el que más labia tiene. Hay que juzgar en función de los hechos. Y los hechos son que hasta ahora los indignados se saltan las leyes a la torera y no pasa nada: ocupación ilegal de la vía pública, amenazas, insultos, en definitiva violencia. Hay que acabar ya con lo de que  “el fin justifica los medios”. Hay que premiar al que respeta la ley y sancionar el que no respetándola, impide el uso de los derechos de los demás.

Quien siembra vientos recoge tempestades. Si le ríes las gracias al niño pequeño y mimado, en el futuro tendrás un problema. Pues eso es lo que nos ha pasado.

Señores gobernantes: es su obligación escuchar a todos, pero por encima de todos, proteger el derecho de la mayoría silenciosa a tener una vida pacífica y a ser escuchada. Por encima de las minorías ruidosas.

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