Publicado en Expansión el 20 de enero de 2010.
Tengo la sensación de que últimamente nos tragamos o nos bombardean con muchas milongas: calentamiento global, gripe A, gripe aviar o gripe asiática, caos informático con el cambio de milenio, etc, etc… seguro que el lector puede aportar muchos más ejemplos.
La milonga tiene casi siempre las mismas características. Hace relación al futuro y nos augura males malísimos, incluso catastróficos (según el tamaño de la milonga). Nunca está basada en datos incontrovertibles. Habitualmente y para darle mayor verosimilitud utiliza lo que se conoce en el mundo científico como “biased evidence” o evidencia sesgada: dar pocos datos y parciales, sólo aquellos que te son favorables y que cuentan parte de la verdad, pero no toda la verdad. Se presentan como verdades infalibles que ninguna persona razonable puede discutir… el que se atreve a hacerlo es tachado de oscurantista, negacionista, contrario al progreso científico, atentatorio contra el progreso sostenible de la humanidad, etc, etc.
Todo esto sería aceptable si el tema no nos costara dinero. Al final, el mundo es libre y cada uno puede opinar lo que le dé la gana. El problema viene cuando las “creencias”, porque creo que se trata de auténticas creencias, de algunos, nos cuestan dinero a los demás. Un dato: el gobierno español se ha gastado 240 millones de euros en 30 millones de vacunas de gripe A. He preguntado a varios directivos de empresas farmacéuticas y me dicen que no creen que se usen más de cinco millones… por no hablar del desorbitado precio por vacuna.
¿Por qué las milongas tienen tanto éxito o alcanzan tanta credibilidad? Mi opinión personal es que los medios de comunicación son poco críticos a la hora de difundir las noticias. Además, podrían tener un interés crematístico en el tema. Es sabido que las noticias sensacionalistas venden más que las noticias “normales”. Y además, hay mucha gente, empresas e individuos, que viven de la milonga, que ganan dinero con su explotación. Imagino que los laboratorios farmacéuticos han ganado un dinerito con las vacunas de gripe A vendidas.
Con este proceder acabaremos formando una humanidad llena de “creyentes” en aquello que dice el gobierno o los medios de comunicación. Una humanidad carente de espíritu crítico. Y es el espíritu crítico, el preguntarse continuamente sobre la verdad de las cosas o el modo de hacerlas mejor, lo que nos lleva al progreso. Acabaremos formando personas, sin ninguna iniciativa, pendientes siempre de lo que el gobierno o el medio de comunicación “de turno” les diga. ¡Qué pena si fuera así!
Eduardo Martínez Abascal es Profesor Ordinario del IESE en el área de Dirección Financiera.