Elecciones europeas. Hay desencanto con Europa. Lógico. Las autoridades económicas de la UE apenas han hecho nada por ayudar a salir de la crisis (basta comparar con lo hecho por EEUU). Si la población hubiera notado la ayuda de la UE ahora tendríamos euforia europeísta.
En tiempos de crisis, el pastel (económico) se reduce, tocamos a menos pastel per cápita. Ante esto caben dos reacciones:
- Pegarnos con el de al lado para que él se lleve menos y yo seguir con lo mismo.
- Trabajar con el de al lado para que el pastel vuelva a crecer.
En España hemos visto muchos ejemplos de la primera alternativa: colectivos que defendían sus intereses particulares (que a veces son privilegios). Todos están de acuerdo en “hacer sacrificios” mientras no sean ellos los que los haga.
Y en Europa ha pasado lo mismo. Los políticos han pensado más en sus intereses electorales domésticos que en el bien de toda Europa . En tiempos de crisis es difícil ser generoso y es fácil ser egoísta, para conservar lo que se tiene. Por eso en las crisis florecen los partidos nacionalistas. Y sin embargo, el egoísmo (“yo a lo mío”) no resuelve el problema. Solo la generosidad hace que crezca el pastel y todos tengamos más. Esta ley parece que está como grabada en la naturaleza y ciertamente afecta a la economía y a las relaciones entre personas, países, etc.
El interés común europeo por encima del nacional
El todo es mayor que la suma de las partes. Así lo vieron los fundadores de Europa (Shuman, Adenarur, De Gasperi) que pusieron en primer lugar el interés común por encima del interés particular de cada país. Ahora no ha sido así. Durante la crisis se ha perdido una gran oportunidad para construir más Europa y unirnos más (en la adversidad). Pero los líderes del momento no han tenido la altura de miras, la generosidad y las agallas suficientes. Pero siempre estamos a tiempo para intentarlo de nuevo.
Los ciudadanos europeos (y más en el sur) necesitamos un proyecto político ilusionante. No veo otro mejor que el de la UE, tanto por razones personales y sentimentales como económicas.
Un proyecto ilusionante es unir. Construir puentes ilusiona. Los proyectos que unen son recibidos con entusiasmo y alegría, sea un puente que unen una isla con el continente o dos continentes, un Ave que une dos ciudades, etc. Las muros de separación, quizá son necesarios, pero no ilusionan. Nadie recibe con entusiasmo la noticia de que se ha construido una valla infranqueable en Melilla, aunque fuera necesaria. Eso ocurre también con las personas, un matrimonio es recibido con ilusión y felicitaciones; una separación no, aunque quizá fuera necesaria. Y lo mismo ocurre con los países.
A nadie le gusta sentirse extraño, extranjero; y a todo el mundo le gusta sentirse como en su casa, aunque esté fuera de su país. De eso va la UE, de que nadie se sienta extranjero, porque casi todo es común, y porque uno no se siente señalado o discriminado como extranjero.
Estas son solo unas pocas de las muchas razones de orden personal-afectivo a favor de la Unión Europea. En próximo artículo hablaré de las razones económicas que son muchísimas más.
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100% de acuerdo, Me quedo con una frase del presidente de Uruguay (si, el que va en zapatillas): «la generosidad es el mejor negocio». Y otro comentario: los ciudadanos no conseguimos estar por encima de nuestros políticos, al final va a resultar que unos somos el reflejo de los otros….
Qué grande!. Sentido común , sí señor, …no te llaman del programa «La noche en 24 horas» para participar como analista?