La victoria de Syriza ha ocupado gran parte de la prensa europea y española. Pero no he notado tono de alarma, ni miedos al contagio, como ocurrió en las anteriores crisis griegas en 2010 y 2012. Percibo un cierto tono de distanciamiento en todos los artículos acerca de Grecia, como si estuviéramos hablando de Venezuela. Los medios más de izquierda están esperanzados y los más de derecha predicen malos tiempos para los ciudadanos griegos. Pero nadie habla de contagio ni compara Grecia con España.
De hecho los mercados tampoco se han asustado. La prima de riesgo de Grecia sí ha subido casi 200 puntos básicos (el tipo de interés del bono griego ha pasado del 8,36% al 10.32%). Y más que podría subir si el Gobierno griego sigue declarando. Pero en el resto de Europa los mercados (bolsa y deuda) han seguido subiendo. No se han alterado. Todo tranquilo.
¿Y por qué ahora no hay miedo? Fácil. El Banco Central Europeo (BCE) anunció, justo antes de las elecciones griegas, que comprará bonos en los mercados por valor de 60.000 millones cada mes. Muchísimo dinero. Ningún trader ni especulador se atreve a vender bonos griegos ni a especular contra bonos del área euro , esperando que bajen de precio, pues saben que el BCE está dispuesto a comprar un pastizal, y por tanto el bono no va a bajar de precio.
Las ventas masivas de bonos públicos de un país (sea España, Italia, Grecia, etc) hacen que el precio del bono baje y por tanto su rentabilidad suba; se dispara así la prima de riesgo. Esto lo hacen los traders, investment bankers y colegas del ramo, cuando perciben mayor riesgo en ese país; pero también cuando ven que es una oportunidad para ganar mucho dinero en poco tiempo: identifican a la presa herida (el país o gobierno con dificultades) y se lanzan todos en tropel.
Cuando el bono ya ha bajado mucho de precio y la prima de riesgo está por las nubes, paran el festín: recompran a precio más barato el bono que habían vendido hace meses o semanas. También paran la cacería súbitamente cuando viene el guardabosques (el banco central) y dice que se acaba la fiesta porque va a comprar todos los bonos habidos y por haber. Y todos saben que el BCE tiene muchísimo dinero y todo el tiempo del mundo. En ese momento se acaba el festín, todos contentos y las aguas vuelven a su cauce. Esto es exactamente lo que ocurrió desde verano de 2011 a septiembre 2012, cuando Draghi avisó/amenazó… aunque no hizo nada. Ahora el BCE no avisa, actúa.
Otra razón para que no haya miedo al contagio es que con el tiempo transcurrido y la experiencia anterior, la gente sabe que no hay para tanto. Grecia, por su tamaño (2% del PIB de Europea; similar al PIB de Cádiz respecto a España) no puede causar un cataclismo en la zona euro. Además, no se puede diagnosticar la misma enfermedad a dos hermanos simplemente porque son hermanos; por lo mismo, no se puede diagnosticar el mismo mal económico a dos países, simplemente porque están en el sur de Europa… por muy hermanos que sean.
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