Era sabido que el Banco Popular tenía un problema de solvencia. Esto ocurre cuando parte de los créditos concedidos no se recuperan y, por tanto, se produce una importante pérdida que eventualmente puede llevar el capital a cero y, en consecuencia, a la quiebra.
Esta situación es lo mismo que tener un cáncer del que quizá con tiempo te puedes curar o, si está ya muy extendido, te acabas muriendo. Si los créditos morosos son muy grandes te acabas muriendo, pero si no son tantos, con paciencia y tratamiento adecuado te salvas.
Un banco raramente se muere de repente por un problema de solvencia. Se muere de repente (de un día para otro es intervenido) por un problema de liquidez. Algo que sucede cuando las noticias negativas aumentan y los clientes del banco empiezan a retirar el dinero de sus depósitos, cuentas corrientes, etc.
El banco no tiene tanto dinero disponible (pues lo ha dejado prestado) y tiene que cerrar o limitar las salidas de dinero (corralito), o acudir a líneas de liquidez extra que le proporciona el Banco Central (pedir prestado de manera masiva). Es como si tienes una hemorragia muy fuerte: inmediatamente tienes que cerrar la hemorragia (corralito) y realizar una transfusión de sangre (inyección de liquidez o préstamos del banco central) y, si no lo haces de inmediato, te mueres, no por el cáncer, sino por la hemorragia.
Una intervención urgente
Los problemas de solvencia existían desde hace años, pero los clientes seguían confiando en el banco y este funcionaba con normalidad. No había huida de depósitos. Esta solo se produce la última semana y, muy especialmente, el lunes 4 de junio.
¿Qué había ocurrido? Pues que la cotización en bolsa había bajado en muy pocos días casi un 40%; la noticia del descenso de la cotización aparece todos los días en prensa y TV, el personal se asusta y saca el dinero del banco de forma masiva, lo que provoca la urgente intervención de la autoridad bancaria europea (ahora llamada Junta Única de Resolución).
Y, ¿por qué se produce la caída brusca de la cotización? Pues porque varios fondos de inversión especulativos y que no son accionistas del Popular se dedican a vender de forma masiva las acciones del banco, que previamente han pedido prestadas. Con esto se desata un furor de órdenes de venta que hunde la cotización.
Esta práctica se conoce con el nombre de venta a corto (short selling en inglés): si prevés que la acción A va a bajar, pides prestado acciones, las vendes a 100 y al cabo de pocos días las compras a 50, las devuelves a su propietario que te las prestó y te has «forrado» sin poner ni un duro. Cuanta más gente hace esto más baja la acción; incluso accionistas de siempre de la empresa A, al ver que no para de bajar (debido a la especulación de los bajistas) deciden vender.
Total, que un movimiento especulativo que beneficia solo a unos pocos puede hundir una empresa en bolsa y llevarla al cierre. Este ha sido el caso del Popular.
El Popular tenía cáncer, cierto, pero los bajistas le han provocado una hemorragia que lo ha llevado a la tumba. En esta operación los bajistas han ganado 120 millones de euros y se han llevado por delante un banco casi centenario, a sus 300.000 accionistas y veremos a cuantos de sus empleados.
Eduardo Martínez Abascal es Profesor Ordinario del IESE en el área de Dirección Financiera.
Versión editada del artículo publicado en El Periódico el 19 de junio de 2017.
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