Suele pasar. Me encontré por casualidad con un viejo conocido y colega, con el que, inevitablemente hablamos de los viejos tiempos, y, al rato, de “nuestros” temas, aunque tanto él como yo ya estamos cercanos a dejar la vida activa. Me preguntó si sabía de alguna novedad en el terreno del control de gestión, porque a él le parecía que últimamente no había ninguna. Yo inmediatamente contesté que, si por “últimamente” se refería a los últimos 50 o 60 años, estaba de acuerdo.
En el terreno científico, me gusta provocar. Él protestó inmediatamente y sacó algunos buzzwords (palabras altisonantes) de los que han tenido algún éxito (en muy diferentes grados, por cierto) en todos estos años, de los que no citaré más que uno unas líneas más abajo, porque voy a tratar de discutirlo en una cierta extensión. Los demás los dejamos para otro día.
Yo le contesté con una afirmación más provocadora, aunque conocida: detrás de todos estos buzzwords hay, evidentemente, cosas buenas y cosas nuevas; la lástima es que las nuevas no son buenas y las buenas no son nuevas. Parecen dos afirmaciones, sí, pero en realidad son una sola, como se demuestra en un cualquier libro de lógica elemental, y que se resume en decir que, de las cuestiones de las que se está hablando, no hay cosas que sean buenas y nuevas a la vez.
Detrás de todos estos buzzwords hay, evidentemente, cosas buenas y cosas nuevas; la lástima es que las nuevas no son buenas y las buenas no son nuevas.
La provocación surtió efecto, y nos enzarzamos en una discusión –cordial– sobre el tema que él sacó para mostrar que lo que yo decía no era cierto: el famoso beyond budgeting.
Yo traté de reconstruir la historia de los presupuestos aplicados a la dirección de empresas, y de la dirección de empresas en sí misma. Los presupuestos fueron, hasta la segunda Guerra Mundial aproximadamente, algo que se usaba en la administración pública, esencialmente para ver cuánto se autorizaba gastar en cada partida, pero de uso raro en el sector privado. En cambio, después de la guerra su uso se generaliza en las empresas privadas. Es una herramienta “moderna” que, quien más quien menos, quiere incorporar en algún grado.
Los primeros libros (años 60) que salen sobre el tema ya advierten desde el principio que se trata de una herramienta de gestión, y que por tanto a menos que la dirección lo considere como “su” herramienta, y no la del controler o del director financiero, no va a funcionar. También dicen que la simplicidad es una buena cualidad, que entre dos sistemas posibles el mejor es el más simple. Y que debe ser la manera de enfocar al futuro coherentemente, que debe usarse de manera flexible, que debe andarse con cuidado con los incentivos que pueden introducir, que un estilo de dirección razonable es importante para su éxito, etc.
Años después, los del beyond budgeting y otros critican que los presupuestos son caros y complejos, que no se adelantan al futuro, que introducen rigidez, que los incentivos que inducen no son correctos, etc. Inmediatamente hay que añadir “los presupuestos mal hechos”, es decir, los que se han elaborado a partir de un modelo predeterminado que no ha tenido en cuenta para nada las circunstancias específicas de la empresa y que, además, se han hecho mal. Y a partir de aquí proponen suprimirlos.
Si se han hecho así, yo también. Pero no para sustituirlos por alguna moda más o menos llamativa, sino en principio por unos presupuestos simples, flexibles, bien hechos y que la dirección de línea considera como algo propio. Después de esto, igual falta algo adicional que se puede añadir, y habrá que pensarlo, pero probablemente será más bien poco.
Novedades auténticas, hay más bien pocas. Ganas de llamar la atención con finalidades alimenticias, siempre hay muchas. Seamos serios, por favor…
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A veces los seres humanos precisamos re-bautizar las mismas ideas, haciendo así que parezcan nuevas. No es más que «Marketing Intelligence» en acción. ¿Cómo si no va a diferenciarse una consultora de otra si no es inventando un nuevo término del que apropiarse? ¿No es acaso lo que hacen todos? Las marcas de automóviles se copian unas a otras, e incluso a sí mismas con sus «restylings». Las productoras de cine con sus «remakes». Las mismas historias de fondo contadas con diferentes personajes en cada novela. La misma canción con diferente letra… Y las buzzwords que realmente son innovaciones como el tan manoseado Lean, que ahora se aplica a todo, si nos fijamos ya tienen unas décadas a sus espaldas… Sería buen reto desarrollar innovaciones en cuestiones de gestión ¿no le parece?
Coincido en un elevado tanto por cierto.
En relación a la pregunta final, en abstracto me cuesta poquísimo estar de acuerdo. Pero si lo pienso, me conformaría con que hiciéramos bien lo que en algún momento hemos sabido hacer y que posiblemente hemos abandonado en beneficio de una tecniquilla que se aplica mecánicamente y que nos evita el trabajo de pensar a costa de hacerlo peor.
Por cierto, ¿has visto algún «remake» que sea mejor que el original? Yo, no. Mi ejemplo favorito es «Sabrina». ¿Alguien puede ser tan creído/inocente que piense que lo hará mejor que el trío Billy Wilder – Humphrey Bogart – Audrey Hepburn? Parece mentira…
Por cierto, que unos minutos después he visto que en el diario cuentan de una sandez llamada “Astrocoaching”. Es decir, “coaching” + astrología. A alguien que crea hoy en la astrología se le debe mandar a… no sé, ¿un buen médico? ¿una buena escuela? ¿al terrado de su casa para que vea que el Sol y la Luna no están donde dicen los astrólogos?
Pues tengo tendencia a pensar que lo del “coaching” tiene algunos puntos comunes con la astrología…
Muy interesante articulo!
Concuerdo, son muy pocas las novedades que se han dado en los últimos años, simplemente se acuñan más términos…
Magnífico artículo, muchas gracias por compartirlo. Estoy totalmente de acuerdo con las explicaciones que se dan y comparto también la opinión de que novedades auténticas hay más bien pocas en estos ámbitos.
Un saludo.