Cuando se va a cumplir un año del fallecimiento de Johan Cruyff, hace unos días (8/3/17) muchos nos hemos acordado de él. El Barcelona hizo un “milagro” futbolístico en el más clásico estilo Cruyff, ganando al PSG por el resultado que necesitaba: 6 a 1. Y he pensado que valía la pena reflexionar sobre lo que fue Cruyff como directivo, con sus virtudes (muchas) y sus defectos (algunos).
No hay ninguna duda de que en el Barça (y también en el mundo entero, pero esto lo comentaremos en un post próximo) hay un antes y un después de Cruyff. Un equipo que durante varias décadas, teniendo posiblemente una de las tres o cuatro mejores plantillas del mundo, no ganaba ni la Liga ni la Copa de Europa. Alguna Copa española, alguna “Recopa”, i se acabó. Era un equipo esencialmente de moral frágil. Cuando ganaba por tres a cero faltando veinte minutos para el final todo el mundo sufría (jugadores y público) cuando el equipo contrario se acercaba al área: “Ay, ay, ay, que todavía nos van a empatar”. Y si al principio de un partido el contrario metía un gol, ya se daba el partido por perdido. Las pocas ligas que ganaba el Barça BC (before Cruyff) eran ligas en las que tenía una superioridad total, muchos puntos de ventaja. Cuando la cosa andaba más justa, se perdía un partido en casa del colista faltando dos para el final, o se perdía una eliminatoria europea contra un oscuro equipo francés de segunda división, y se acababa el sueño.
Cruyff cambió bastantes cosas, pero principalmente ésta. Dio tranquilidad a los jugadores y al público. Dio confianza, que es importante en todos los terrenos. Se ganaron tres ligas por los pelos (dos Tenerifes y un Riazor…) y convenció a todos que hay que luchar y ser optimista hasta el final. Y que si se hacen las cosas bien, acabaremos ganando. No todo, porque eso es imposible, pero mucho. Haciendo las cosas bien, claro.
Desde un punto de vista táctico, la mentalidad de ataque decidido. “Si tu tienes el pelota ellos no te pueden marcar gol”. Que, con calma, lo razonaba muy bien. “Los equipos que vienen al Camp Nou, normalmente vienen con cinco defensas. ¿Por qué tengo que poner yo cuatro, si ellos no atacan? Al final, no habrá nadie en el centro del campo…” “¿Corremos riesgos? Sí, es lo que dice todo el mundo, pero los hechos dicen que somos el equipo menos goleado…”
El partido contra el PSG fue exactamente así: una alineación muy ofensiva, a pesar de que un gol de ellos podía resultar fatal, y una convicción de que se podía ganar. Al final hubo un gol en contra y no fue fatal. Otra de sus máximas era “si ellos te marcan un gol, marca tú dos y se acabó el problema”. Ayer se necesitaban tres. Pero, sobre todo, la convicción de que se podía ganar, que se puso de manifiesto desde el primer minuto, pero que fue admirable cuando, con 3-1, nadie daba un céntimo por el Barça. Siguieron luchando como si la eliminatoria se pudiera ganar. Y se ganó. En el último suspiro. Y jugando bien. Compenetrándose. Ayudándose unos a otros. Con alegría.
Si alguien cree que esto es fácil de conseguir, se equivoca. Los buenos directivos lo saben perfectamente. Y no me refiero al resultado, que es obvio que era difícil de conseguir, sino al espíritu del equipo. Primero, a la táctica de ataque decidido; y después a seguirlo intentando aunque todo el mundo lo daba por perdido. Aunque sólo fuera para demostrar que el Barça no se rendía. Y si alguien cree que esto se consigue con dinero (primas, o lo que sea) no sabe de qué va la dirección. Sí, los grandes jugadores cobran mucho; pero, como ha dicho él más de una vez, no conozco ninguno que le guste perder. Y, claro, este espíritu ganador, colaborador, optimista, de picar piedra hasta el final, puede haberlo inspirado Cruyff (yo así lo creo). Pero Cruyff ayer no estaba para ponerlo en práctica. Fue otro señor quien lo hizo. El mérito de Luis Enrique en este sentido es innegable. Si alguien cree que “imitar” el estilo Cruyff es fácil, no sabe lo que es la dirección. La dirección es muy intangible. El espíritu de trabajar mucho divirtiéndose no se compra con dinero. Es una manera de ver la vida. Era la de Cruyff y ha sido la de Rikjaard, la de Guardiola y la de Luis Enrique.
La dirección de empresas tiene mucho que aprender de esto. Él decía que había aprendido de dirección en Estados Unidos, pero creo que aprendió de aspectos laterales, como el sentido de mercado, etc. La dirección en sí, que quiere decir dirigir personas, la llevaba dentro. Con sus defectos y sus cualidades.
Aprovecharé el aniversario de su fallecimiento para repasar un poco lo que hizo, sin otra información que la publicada y los (bastantes) vídeos que circulan por el web, en los que se manifiesta con la claridad (a pesar de la lengua) que le caracterizaba. Pero lo que me parece indudable es que en el fútbol hay un antes de Cruyff i un después de Cruyff. Y que tiene que ver con su concepto de la dirección. Lo analizaremos.
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Muy buen reflexión de Cruyff y la dirección de empresas. Es muy cierto que para dirigir no solo se requieren conocimientos, sino que también se requieren habilidades blandas y convicción 🙂
Saludos
Como dice el dicho: hay que tirarse a la pisicna 🙂