El FMI (Fondo Monetario Internacional) acaba de revisar sus previsiones de crecimiento del PIB español en 2016. Ahora dice que creceremos el 3,1%. En abril y julio decía que creceríamos el 2,6%. Una vez más el FMI llega tarde. A estas alturas de la película (estamos en octubre) está todo el pescado vendido.
Me explico. Ya he comentado en otros artículos de este blog, que tres cuartas partes del crecimiento anual del PIB dependen del crecimiento que tuvo lugar en el último trimestre del año anterior y en los dos primeros trimestres de este año.
Es decir, a mediados de julio ya tenemos una idea bastante clara de cuál será el crecimiento del PIB en todo el año. Sucede lo mismo con las ventas de las empresas. El crecimiento anual de ventas depende de lo que crecieron tus ventas en el último trimestre del año anterior y en los dos primeros de este año.
Pues bien, en los tres trimestres citados (4T15, 1T16 y 2T16) España creció un 0,8% en cada uno. Para que el crecimiento anual del 2106 fuera del 2,6%, como pronosticaba el FMI, España debería crecer 0% en el 3T y 4T, lo que es altamente improbable.
El FMI sabe, como lo sabe cualquiera, que el crecimiento tiene inercia. Si un trimestre creces al 0,8% al trimestre siguiente no creces al 0%, salvo que ocurra una catástrofe mayúscula. El consumo, el gasto público, etc., tienen inercia. Por tanto, ya en julio el FMI debería saber que España crecería al 3% o un pelín más.
Además existen muchos “indicadores adelantados” que te dan una idea de cómo está creciendo el PIB: consumo de gasolina, cemento, pedidos industriales, índice de producción industrial, entrada de turistas, etc, etc. Todos estos indicadores mostraban en julio que estábamos creciendo a buen ritmo. Por eso no se entiende que el FMI insistiera en su predicción del 2,6% de crecimiento. Por cierto, el profesor Miguel Ángel Ariño hace cada mes una estimación de crecimiento del PIB con estos indicadores adelantados y lo clava.
Tampoco consigo entender cómo hace el FMI sus previsiones. Da la sensación de que toman el último dato y si por lo que sea (sin mirar más datos) piensan que le panorama empeora (por ejemplo, por falta de gobierno), pues, sin más, bajan la previsión de crecimiento y ya está. Por cierto que esto mismo es lo que hizo el gobierno español (en funciones) y casi todos los analistas en febrero de 2016. Veníamos de crecer al 3,2% en 2015 y todos rebajaron las previsiones de crecimiento en medio punto, solo porque había incertidumbre política. Ninguno pareció ver que la economía seguía creciendo.
Una vez más, parece que no miraron los datos y se basaron en opiniones, sensaciones y razonamientos lógicos, pero sin datos.
Algunas referencias para los muy interesados en el tema
En el siguiente excel (os lo podéis bajar a vuestro ordenador o dispositivo móvil) podéis hacer la simulación de cuánto crece el PIB anual cambiando las hipótesis de crecimiento intertrimestral.
Una explicación de cómo se calcula el crecimiento del PIB está en estos otros artículos del blog.
Y más sobre el FMI y sus «previsiones» (un clásico en este blog):
- Previsiones del FMI
- Las malas previsiones del FMI. ¿De quién hay que fiarse?
- ¿Se apaga el crecimiento económico?
Profesor Martinez,
Hasta cuando durará esta situación. Cambiarán los denominados «vientos de cola» para finales de diciembre (tipos de interés bajos y abaratamiento del precio del petróleto)?.
Estimado Eduardo:
Si sumas el lío politico en el que está metida España,lo que diga el FMI no tiene ninguna importancia.Los politicos han arruinado a todos los países y el FMI es usado para justificar todas sus tropelías.Ese crecimiento es falso, el PBI no mide el verdadero estado de desarrollo del país.Con mentiras, los politicos han construido un mundo desconectado de los problemas reales de las personas.
¡Ah!, y ¡bienvenido! Lo echábamos de menos.
Lo sorprendente (es una ironía) es como manejan los datos del FMI (o de otros organismos) los medios y los partidos de la oposición: si las previsiones son inferiores a las del Gobierno, se destacan, reiteran y comentan; en caso contrario, basta, si acaso, con poner la noticia; pero, en general, sin señalar su equivocación pasada y el acierto de los datos del Gobierno. Incluso, hacen lo mismo los medios «neutrales» o regionales.
Parece que, en general, las malas noticias alegran más que las buenas o que, simplemente, son lo único que merece llamarse «noticia».