Artículo publicado el El Periódico el 19 de diciembre de 2012.
La semana pasada el Consejo Europeo (la reunión de los primeros ministros de cada país) decidió que sea el Banco Central Europeo (BCE) el regulador de toda (o casi toda) la banca del área euro: todos los bancos con activos superiores a 30 millardos (miles de millones) de euros.
El papel del BCE es controlar la masa monetaria, es decir la cantidad de dinero que hay en la economía, y asegurar que no haya más de la cuenta, lo que produciría inflación, o menos de la cuenta, lo que deprimiría la economía. Esto lo hace prestando dinero a los bancos, para que estos lo puedan prestar a los agentes económicos (familias, empresas y gobiernos). Cuando falta dinero el BCE presta más (inyecta liquidez) y cuando sobra, presta menos y pide la devolución de los préstamos anteriores (drena liquidez).
En todo este proceso los bancos forman el sistema de cañerías por que el que llega el dinero a los agentes económicos. Por poner un símil, el BCE funciona como la compañía de aguas urbana. Su obligación es no sólo bombear la cantidad de agua que sea necesaria en la ciudad, sino asegurar que el sistema de cañerías funciona, no sea que aunque esté bombeando toda el agua necesaria, esta se pierda por las cañerías o se quede almacenada en depósitos intermedios. En definitiva, la obligación de la compañía de aguas no es bombear la cantidad de agua necesaria a la ciudad, sino asegurar que a cada ciudadano le llega el agua a su casa.
Pues lo mismo ocurre con el BCE. Si este inyecta cantidad de dinero, pero el sistema de distribución, es decir la banca, no funciona, el resultado es que los agentes económicos (familias y empresas principalmente) no reciben ni un duro y tendrán problemas de liquidez. Un ejemplo claro son los 1.000 millardos (miles de millones) inyectados por el BCE hace un año y que no parece que hayan aumentado el crédito a familias y empresas.
Es obvio que la misión del BCE quedaría incompleta si no tuviera también la supervisión sobre el sistema bancario, a través del cual se distribuye el dinero. Es obvio, pero parece que para la autoridad europea no lo es tanto, habida cuenta del tiempo que han tardado en tomar esta medida.
Este sistema en el que el banco central es también el regulador bancario ya lo teníamos aquí con el Banco de España y funcionó de cine durante muchos años. Tuvimos crisis bancarias como la del 93 (intervención del Banesto, segundo banco del país) y se resolvieron rápido y bien. Desde el 2002 el Banco de España ya no se encargó de la política monetaria y también dejó de actuar con claridad y firmeza en su papel regulador. El resultado ha sido el lío financiero en que estamos.
Y ya puestos, ¿no sería deseable también tener una sola CNMV y una sola regulación? Nos ahorraríamos mucho dinero y mucho embrollo legal. Y así con tantas otras regulaciones y organismos. En esa dirección hay que ir y en ella vamos… pero con una lentitud exasperante que hacen que el enfermo tarde mucho en recuperarse.