“Mi secretaria me facilitó la información publicada en Dagens Industri (un diario sueco) según la cual hemos tenido el record en beneficios y ventas y que abriremos 25 nuevas tiendas por año. En seguida llamé al Consejero Delegado para preguntar cómo era posible. Hemos hablado sobre la inauguración de 10-12 nuevas tiendas por año hasta el año 2020 y no sé quién dio esta información”.
El empresario que pronunció estas palabras, recogidas por el Financial Times, es Ingvar Kamprad, el fundador de IKEA, una de las empresas familiares estudiadas como referente y modelo de profesionalización e institucionalización de este tipo de empresas.
Hasta ahora, Ingvar Kamprad, ha mantenido un perfil público muy discreto y reservado. Desde su retirada de la dirección en 1986, raras veces se le ha podido ver en actos públicos o hablando para los medios de comunicación. Quizás esto no es de extrañar, puesto que los únicos cargos que Ingvar Kamprad ocupa en la estructura del Grupo son los de consejero sénior de la Fundación Stichting INGKA y del miembro del Consejo de Administración del Grupo IKEA.
Si la declaración recogida al principio de este post hubiera sido pronunciada por cualquier otro de los siete miembros del Consejo de Administración de IKEA, probablemente no hubiera habido ninguna repercusión más allá de la vulneración del principio de colegialidad.
Pero el nombre de Ingvar Kamprad tiene un peso mucho mayor de lo que las características de sus cargos le otorgan. Es por ello que sus palabras calan mucho más que las declaraciones emitidas por el portavoz del Grupo IKEA respecto al ritmo de apertura de tiendas.
Es un tema muy latente y poco explorado en las empresas familiares, porque conlleva muchos temas susceptibles de herir sensibilidades. Sobre todo por parte de los directivos no familiares que pueden ser los primeros damnificados por la falta de la claridad entre los distintos roles que un miembro familiar puede ocupar.
Por esto es muy importante que todos respeten los canales institucionales y recordar a los propietarios que han de ser conscientes de que aunque hablen como directivos se les escucha como accionistas de referencia o como «titulares».
Este es un tema característico de las empresas familiares: la diferencia entre la propiedad y la titularidad. Y como se ha visto ni siquiera las empresas tan profesionalizadas como IKEA son inmunes a los problemas derivados de la falta claridad en la separación entre los roles.
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.
Muy interesante este tema! la falta de claridad de roles puede ser muy perjudicial para el desempeño de las empresas y además generar repercusiones negativas respecto de las externalidades que se generan; este es un ejemplo de esto. Uno de los temas que trabajamos con nuestras empresas es la lógica de los roles que tienen, criterios para toma de decisiones y forma de comunicación y transmisión de información; todo como parte de un mismo proceso de pensamiento. Esta visión sistémica hace que se comprenda que la claridad y la transparencia son las bases la solidez y continuidad del proyecto.
gracias!
Cristina
Es dificil que los dueños de las empresas respeten al 100% los canales establecidos. El corazón es a veces más fuerte que la cabeza.