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El Grupo Oetker son pizzas congeladas, pero también repostería, cerveza, vinos, servicios editoriales, banca y hoteles de lujo. Lo que empezó siendo una pequeña botica en Westfalia que vendía Backin, una levadura en polvo que el doctor August Oetker había creado en sus ratos libres, es 125 años después un conglomerado empresarial de propiedad familiar que opera en 5 sectores distintos a nivel internacional.
En el artículo que hemos publicado In Family Business resumimos la historia de esta empresa familiar alemana. En este post, analizamos los ingredientes que explican el éxito de esta compañía centenaria.
Quizá lo primero que hay que destacar de esta empresa es la capacidad de promoción que ya tuvo su fundador, August Oetker. El joven farmacéutico vendía su levadura en polvo envasada en sobres de papel que contenían la cantidad necesaria para añadir a un kilo de harina, y lo mejor de todo es que garantizaba excelentes resultados, mejoraba las cualidades de las levaduras ya existentes en el mercado, y además no cambiaba el sabor de los alimentos. ¡Todo eran ventajas! Y Oetker supo comunicárselas a su público objetivo.
De forma intuitiva, empezó a publicar en los periódicos recetas que incluían Backin entre sus ingredientes y también a repartir muestras gratuitas del producto. De esta manera, consiguió formar una amplia base de compradores que quedaban encantados con los resultados y poco a poco, la marca Oetker se empezó a relacionar con garantía de calidad. Estos esfuerzos publicitarios fueron un éxito y permitieron a la empresa lanzar nuevos productos al mercado y empezar a exportarlos a principios del siglo XX.
Junto a la capacidad de promoción, de innovación y de internacionalización, la empresa pronto vio la oportunidad de diversificar el negocio. Fue la segunda generación la que decidió invertir en empresas ajenas al sector alimentario para ampliar la actividad empresarial.
En 1941 adquirieron el hotel de lujo Brenners Park-Hotel & Spa en Baden-Baden, Alemania. En 1952 crearon la división de cervezas y bebidas no alcohólicas, con la adquisición de la marca Radeberger Pilsener. Ese mismo año se hicieron con el Bank für Brauindustrie, que tenía participaciones en las principales cervecerías de Frankfurt, Berlín y Dortmund.
Seis años más tarde, compraron Söhnlein Rheingold Sektkellerei, que años más tarde se convertiría en Henkell & Co. Group tras la fusión con Henkell. Con esta marca comercializan vinos y otras bebidas espirituosas.
También en los años 50 invirtieron en el sector de los transportes, al hacerse con una participación mayoritaria en la naviera HamburgSüd, que años más tarde venderían a Maersk Line.
Hoy el Grupo Oetker también es propietario de Bankhaus Lampe, uno de los bancos privados líderes en Alemania, con sucursales en Londres, Nueva York y Viena. Y por si esto fuera poco, el Grupo también opera en la industria química, en el sector editorial y en el de las nuevas tecnologías.
El crecimiento y la pervivencia de esta compañía ha sido también posible gracias a su capacidad de organizarse y estructurarse internamente. Actualmente, la empresa matriz es Dr. Oetker GmbH, que se compone de varios centenares de empresas organizados en seis divisiones. Mantener la propiedad en manos de la familia a lo largo de más de un siglo les ha permitido siempre tener independencia financiera necesaria para asegurar su expansión.
Como veis, son muchas las lecciones que podemos aprender de Grupo Oetker. Su historia es una fuente de inspiración para plantearnos cuestiones clave para la supervivencia de toda empresa familiar, como: ¿tiene nuestra empresa una política de comunicación y promoción bien diseñada? ¿Son las adquisiciones una posible vía de expansión y diversificación del negocio? ¿Tenemos claro en qué sectores nos gustaría operar? ¿Hemos explorado todas las posibilidades de internacionalización?