A vueltas con la iniciativa, el dinero y el poder

La iniciativa emprendedora, el emprendimiento como se le llama ahora, en definitiva la acción de emprender, ha sido siempre el motor de cualquier empresa. En los últimos años se ha desarrollado todo un cuerpo de conocimiento al respecto que ha inundado el mundo de las escuelas de dirección y otras instituciones. No hay Business School que se precie que no tenga su departamento o centro de iniciativa emprendedora. Ni siquiera es ya un tema exclusivo de las escuelas de dirección de empresas. Muchas facultades universitarias e incluso la administración pública a sus diversos niveles tienen centros de que fomentan el emprendimiento, lo cual en mi opinión está muy bien.

En el IESE, mi colega y amigo, Pedro Nueno, empezó el tema a finales de los años setenta del siglo pasado con un curso que se llamaba -y se sigue llamando, sólo que en inglés- NAVES (Nuevas Aventuras Empresariales) que fue la semilla de lo que tenemos hoy. Hoy el IESE dispone de un ecosistema emprendedor que orbita alrededor del EIC (Entrepreneurship and Innovation Center) de reconocimiento mundial. Ese centro agrupa a un nutrido grupo de profesores que ofrecen más de diez cursos al respecto, a los alumnos del MBA desde distintas perspectivas. Algunos de esos cursos tratan de aspectos financieros de la actividad emprendedora. Pilar fundamental, sin el cual es difícil que una start up acabe siendo una empresa consolidada y que aporte fuerte creación de riqueza.

Por ello en el IESE, el aspecto financiero se cuidó desde muy temprano. Desde el año 2000, Finaves ha servido como plataforma y apoyo a las aventuras empresariales nacidas dentro de la comunidad IESE y, de forma más reciente, a las de todo el ecosistema emprendedor en España.

Ese ecosistema emprendedor es un ejemplo a seguir a la hora de ayudar a emprender. Ha sabido atender desde el principio dos de los pilares fundamentales de la configuración institucional que toda empresa necesita: la iniciativa y el dinero.

No es el caso del IESE, pero en ocasiones vemos situaciones tan centradas en el plan de negocio y su financiación que olvidan una dimensión fundamental para la sostenibilidad de la empresa una vez que esta pase de la fase de empresa emergente a la fase de crecimiento y consolidación: la configuración institucional.

La separación de los tres pilares de toda buena configuración institucional, la iniciativa, el dinero y el poder, no deja de ser un tanto artificial. Una disección académica para una mejor aproximación a la complejidad del problema. Los tres fundamentos deber ir coordinados y eso es una tarea de gobierno y por lo tanto de naturaleza política. De lo contrario la empresa no tendrá estabilidad a largo plazo o dependerá tanto de una sola persona que no tendría sentido hablar de configuración institucional. Más bien cabría hablar de configuración ajustada al estilo y las querencias personales del fundador. Casos haberlos, haylos, y no son precisamente casos de PYMES. Estoy pensando en algunos casos norteamericanos, pero también los encontraríamos en Europa y en España.

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