De la empresa familiar al modelo “pulpo” global

Durante muchos años he hablado de lo que llamé la organización “pulpo”: aquella empresa fundada por un emprendedor que, en sus primeras etapas, lo controla todo. Cada tentáculo —ventas, finanzas, producto, personas— responde directamente a su cerebro. En esa primera fase, la agilidad, la intuición y la proximidad del fundador permiten una coordinación asombrosa, casi orgánica. Pero siempre he advertido que, al crecer, llega el momento de dar paso a una organización más profesional, basada en criterios clásicos de management: estructuras, procesos, delegación y control. En otras palabras, el paso del “pulpo emprendedor” a la organización recomendada por el “management científico”.

Lo interesante es que ahora, desde el otro extremo del espectro, las grandes corporaciones parecen estar volviendo al punto de partida. El artículo “Become an Octopus Organization”, de Jana Werner y Phil Le-Brun, publicado en Harvard Business Review (noviembre–diciembre 2025), propone precisamente eso: que las grandes empresas adopten el modelo del pulpo como metáfora organizativa para sobrevivir en un mundo cada vez más complejo.

Según los autores, las empresas tradicionales —a las que llaman Tin Man Organizations, en alusión al hombre de hojalata, sin corazón— fueron diseñadas para un mundo “complicado”, no “complejo”. En ese entorno previsible, la eficiencia, la estandarización y el control centralizado funcionaban. Pero hoy, dicen Werner y Le-Brun, el mundo se parece más al océano del pulpo: cambiante, impredecible, interconectado. Allí, la inteligencia distribuida y la capacidad de adaptación continua son esenciales. El pulpo, con sus brazos que piensan y actúan de manera autónoma pero coordinada, se convierte en el nuevo ideal empresarial.

El giro es fascinante: aquello que en las empresas familiares veíamos como una etapa primitiva —la gestión directa, el instinto, la conexión entre cerebro y tentáculos— ahora se redescubre como una virtud para las grandes corporaciones. La “Octopus Organization” que propone el artículo de la HBR promueve equipos pequeños, autónomos, obsesionados por el cliente, donde la curiosidad y la confianza sustituyen al control y la burocracia. El liderazgo ya no se mide por mandar, sino por crear el entorno donde otros puedan aprender, experimentar y adaptarse.

En el fondo, el pulpo siempre fue una metáfora poderosa. Representa la inteligencia descentralizada, la sensibilidad ante el entorno y la capacidad de reinventarse. Lo que en el fundador era intuición y supervivencia, hoy se convierte en una estrategia deliberada para navegar en la complejidad. Y así, más de un siglo después de que Henry Fayol definiera sus famosas seis funciones, el ciclo se cierra: la organización “pulpo” ya no es el punto de partida del emprendedor… sino el horizonte al que aspiran las grandes corporaciones.

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