Tiempo para pensar

Se acercan las vacaciones de verano y con ello la disponibilidad de tiempo de calidad y en abundancia, para pensar.

Uno de los temas sobre los que todo empresario debe reflexionar es sobre el futuro de su empresa. En una palabra, de la visión que él o ella como propietario/a tiene de esa empresa. Toda empresa la podemos clasificar desde dos puntos de vista: el tamaño y la propiedad. Hay muchas más posibilidades de clasificación, pero para este post vamos a fijarnos en estas dos.

Desde el punto de vista del tamaño la empresa, aquella podrá ser una microempresa si tiene menos de 10 empleados y factura menos de dos millones de euros al año, pequeña si tiene entre 10 y 50 empleados facturando menos de 10 millones de euros y mediana si tiene una plantilla inferior a los 250 empleados y factura menos de 50 millones de euros.

Desde la óptica de la propiedad la empresa la podemos clasificar en empresa familiar y no familiar (y otras clasificaciones, pero hoy nos centraremos en esta).

Hay empresas que estando en etapa de propietario-controlador exceden el tamaño de empresa mediana según la definición de la UE, y sin embrago no han reflexionado lo suficiente sobre estos aspectos.

Si la empresa es una microempresa lo más probable es que sea una empresa muy basada en un oficio, y ahí puede aparecer un tema de cómo transmitir ese oficio al pararnos a pensar en el futuro.

En una empresa pequeña o mediana (siempre según la clasificación de la UE) la principal pregunta desde mi punto de vista es esta: ¿Tengo una empresa familiar o una empresa de dueño? Asumo que hay una alta probabilidad de que ese empresario/a al que dirijo estos posts haya formado también una familia, y por esto formulo la pregunta.

No es lo mismo un empresario/a que tiene una empresa de éxito y una familia a la que de ningún modo ha involucrado en los éxitos y las preocupaciones de esta, que un empresario que ha cuidado de hacer partícipes a los miembros de su familia de los logros y dificultades por los que ha atravesado su empresa a lo largo de su historia.

Llegado el momento de pensar en el futuro, las opciones para una empresa de dueño y una empresa familiar son muy distintas. No se puede pedir a una familia que jamás ha tenido ninguna involucración ni ninguna información de la empresa, que de repente pasen a sentir un alto orgullo de pertenencia a la empresa que algún día heredarán. Nihil volitum nisi praecognitum es una frase atribuida al movimiento escolástico que significa “nada puede ser objeto de la voluntad si antes no se ha conocido”.

Aquí lo dejo, querido empresario. Es tu decisión saber qué hacer con lo que tan meritoriamente has sabido crear.