Este es uno de los valores más importantes para cualquier tipo de organización humana, porque del mismo derivarán el compañerismo, la amistad y el espíritu de colaboración. Es un valor íntimamente ligado a los verbos dar y compartir, dos verbos que contagian e impulsan una actitud de compromiso.
Las personas generosas viven su relación con el mundo desde una perspectiva de interés genuino y de apertura a los demás. No se encierran en sus intereses, ni agotan su existencia en la búsqueda hedonista. Están muy atentos a las necesidades del otro y ven las cosas materiales como medios para servir y no como distracciones para complacer.
Se trata de una virtud que, como casi todas, encuentra sus primeras experiencias en la familia. Es una responsabilidad de los padres fomentar en casa la participación y el espíritu de servicio ayudando a los hijos a encontrar la felicidad que supone estar a disposición de los demás.
Una vez la generosidad esté asumida como valor compartido por toda la familia, en el caso de una empresa familiar gracias a su gran poder motivador, se convertirá en la fuente de la ventaja competitiva. Los ejemplos de ello son numerosos y recientemente he mencionado uno.
Pero hay que andar con cuidado y no confundir la virtud del individuo con la misión de la empresa, porque no podemos olvidar que es condición sine qua non de la empresa generar beneficios. Si una empresa declara que la generosidad es uno de sus principales valores, debería actuar en consecuencia. Un sistema de recompensa de la gestión demasiado vinculado a indicadores a corto plazo, por ejemplo, entraña el riesgo de potenciar más la codicia que la generosidad.
Es aconsejable que la familia empresaria tenga integrada la generosidad como una de las virtudes nobles, porque experimentar la alegría que supone ser generosos ayuda a que no todo gire en torno a uno mismo y evita pensar en problemas que muchas veces solo están en la imaginación. En las reuniones del Consejo de Familia o en las juntas de accionistas seguramente lo notarán.
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.
La generosidad puede manifestarse en acciones muy diversas, y no sólo como una dádiva material. Por ejemplo, perdonar una ofensa o dedicar tiempo a otros, son acciones generosas. Supone una actitud de desapego, de falta de expectativa a recibir algo a cambio, y supone también el reconocimiento del “otro”, quienquiera que sea, con una necesidad que puedo (tengo los medios), y quiero (tengo el deseo ) atender. Las empresas familiares tienen, en general, la generosidad muy arraigada, porque se requiere muchas veces un esfuerzo de integración entre los miembros de la familia, y por tanto, un reconocimiento de la diferencia, y también de la bondad de un “objetivo común”.
Estimada Berta,
Muchas gracias por tu comentario.
Estoy de acuerdo en que hay muy diversas formas de mostrar esa generosidad.
Me gustaría centrarme en como se refleja en la estrategia. Hay empresas que están inventando continuamente nuevas ventajas para todo el sector en el que operan y esto les lleva a una constante posición de liderazgo.
Otra lectura podría ser que justamente lo que quieren distanciarse de sus competidores y es así, pero no ocultando sino compartiendo y no olvidando que quien da primero da dos veces.
Saludos
Josep
Me encanta que se resalte este aspecto tan importante. Creo que es un elemento diferenciador de las empresas familiares frente a las que no lo son.
Muchas gracias y un saludo.
Estimado Ignacio,
Efectivamente, los valores y en concreto los cinco valores que resaltaré en esta serie de posts, son el elemento diferenciador de las empresas familiares. Me refiero a generosidad, la austeridad, la humildad, la comunicación, el servicio, la calidad, la excelencia, la creatividad y el espíritu emprendedor.
Saludos
Josep
Las Empresas deben tener BENEFICIOS, es su finalidad y mal vamos si no es así. En los tiempos que corren resulta dificil, algunos opinan que IMPOSIBLE el que se puedan obtener BENEFICIOS. Opino que la GENEROSIDAD entendida como forma de actuación empresarial, política, institucional, es decir que todos hagamos un ejercicio de reflexión, miremos nuestro ombligo y nos preguntemos ¿qué puedo hacer para ser generoso en mi entorno?, es la clave. Hasta el FMI parece haber considerado que acometer el pago de las deudas resultará imposible. ¿Es hora de plantearse la GENEROSIDAD?. Gracias.
Estimado Pedro,
Creo que la finaldad de las empresas es mucho mas amplia. Ganar dinero es solo una condición sine qua non.
Estoy convencido que la generosidad favorece más al que da que a quien recibe. Si todos, como bien sugieres nos preguntásemos: qué puedo hacer para ser generoso en mi entorno? seguramente la sensación de desesperación que a veces abruma todas las esferas sociales estaría menos presente en nuestras vidas.
Saludos
Josep