Ésta es la primera pregunta que debería plantearse toda familia que comparte (o está pensando en compartir) un proyecto empresarial común: ¿por qué queremos ser una familia empresaria? También es una cuestión clave antes de empezar a redactar un protocolo familiar, como vimos en el último post.
Posibles respuestas podrían ser: «porque quiero dejar un legado a las siguientes generaciones de la familia», «porque deseo generar riqueza y construir un futuro para ellas» o «por la ilusión de hacer realidad un proyecto compartido», entre muchas otras.
La mayoría de empresas familiares comparten una visión: buscan crear riqueza, generar un legado que traspasar a sus descendientes y vivir unos valores (austeridad, solidaridad, orgullo de pertenencia, unidad, honestidad, etc.). Si la familia se siente identificada con alguna de estas características, tendrá sentido que se plantee ser una familia empresaria. Si, por el contrario, no se siente cómoda con estos principios, quizá sea mejor que reconsidere la idea de compartir un negocio familiar y se plantee otro tipo de proyectos en común.
Es necesaria una visión compartida. La visión representa el futuro perfecto del propósito de la familia empresaria, la proyección en el tiempo de sus deseos e inquietudes. Debe poder perdurar en el tiempo y plantear aspiraciones que den sentido tanto a la empresa familiar como a la familia empresaria, no solo a corto o medio plazo, sino también a largo plazo, para que guíe y motive a las siguientes generaciones.
En el plano familiar, el enunciado de la visión debería responder a:
- ¿Cómo nos vemos dentro de 10 años? ¿Como herederos? ¿Como accionistas? ¿Como gestores?
- ¿Qué deseamos hacer con nuestro patrimonio? ¿Repartir una parte? ¿Reinvertirlo todo? ¿Invertirlo en la empresa familiar o en otros negocios?
- ¿Qué esperamos de las futuras generaciones de la familia?
En el ámbito de la empresa, resulta útil plantearse estas cuestiones, a la hora de definir la visión:
- ¿Cómo será la empresa dentro de quince, veinte o cincuenta años?
- ¿Quiénes trabajarán en ella?
- ¿Cuáles serán los valores y actitudes claves?
- ¿Y cuáles las principales actividades y necesidades que tratará de cubrir la empresa?
- ¿Cómo hablarán de la empresa los clientes, los trabajadores y el resto de personas que se relacionen con ella?
Veamos un ejemplo. En su página web, Ford explica que su visión es «convertirnos en la empresa líder de productos y soluciones de automoción».
Por otra parte, es importante asumir que cualquier organización que aspire a perdurar debe tener un propósito, una razón de existir. Y en las empresas familiares, esta misión debería ser más fácil de determinar: debería estar clara desde el primer momento.
La misión es la razón de ser del proyecto de la familia empresaria. Define cómo interactuarán la familia y la empresa con el resto de agentes que se verán inmersos en su actividad. En palabras de Stephen R. Covey: «Crear un enunciado de misión nos da un destino y una brújula».
A la hora de definir la misión, se trata de poner de relieve las ventajas, las diferencias y los valores que serán la enseña de la empresa familiar. A efectos prácticos, la misión familiar debería dar respuesta a estas preguntas:
- ¿Qué queremos hacer como familia empresaria?
- ¿Para qué actuamos como tal?
- ¿Qué es lo que realmente queremos hacer con la empresa familiar?
La misión empresarial, por su parte, debería concretar:
- ¿Para qué existe la empresa?
- ¿Cuáles son los valores y principios que impulsan nuestro proyecto?
- ¿Qué diferencia a nuestro negocio de la competencia, ahora y en el futuro?
- ¿Cómo ve y trata nuestra empresa a sus empleados, proveedores, socios y clientes?
Sin salir del sector de la automoción, Fiat, propiedad de la dinastía Agnelli, explica en su página web: «A veces para seguir adelante, hay que dar un paso atrás. Eso es lo
que ha hecho Fiat en los últimos años, recuperando completamente la misión original de la empresa: fabricar coches hermosos en estilo, con motores flamantes, accesibles y capaces de garantizar una mejor calidad de la vida cotidiana».
¿Cuál es la misión de vuestra empresa familiar? ¿Y cómo tenéis definida la visión? ¿Las revisáis de vez en cuando para comprobar que siguen vigentes? Tener claros y consensuados estos principios es el primer paso para poder definir el protocolo familiar, ese conjunto de normas y procedimientos que regulan los aspectos relacionados con la propiedad, gobierno y gestión en la empresa familiar. Si estas cosas no están claras es muy probable que el protocolo no pase de ser un documento que contiene reglas destinadas a no cumplirse.