Los aspectos fundamentales de la preservación de la riqueza son cualitativos y no cuantitativos. Pero esto es algo que muchas familias no entienden, como explica James E. Hughes en el libro La riqueza de la familia empresaria. El autor lamenta que en la mayoría de los balances de situación no tengan cabida el capital humano e intelectual. Y, sin esta información, ningún balance patrimonial puede estar completo.
La familia empresaria es mucho más que los activos financieros que posee. La familia empresaria es un grupo de personas unido por un vínculo común, que es la empresa. Las personas son la clave sobre la que pivota todo lo demás: la familia, la empresa, la riqueza. Como decía en el post anterior, riqueza es abundancia: abundancia de bienes, de cualidades, de atributos.
Por eso, como explica Dave Specht en The Wealth Stewardship Profile, podemos decir que la riqueza está formada por muchos tipos de capital: el financiero, que es el primero en el que se suele pensar, pero también el capital humano y el intelectual, el relacional, el social, el operativo y el espiritual. Dedicaremos este post a las dimensiones humana e intelectual de la riqueza, y analizaremos las demás a lo largo de las próximas semanas.
El capital intelectual es la suma de conocimientos, capacidades y actitudes. Hace referencia a cómo los miembros de la familia aprenden y mejoran sus conocimientos, pero también a qué son capaces de hacer con esos conocimientos adquiridos: cómo resuelven los conflictos, cómo toman decisiones, cómo se aconsejan entre ellos a través de la mentoría…
No a todo el mundo se le da bien todo ni se le da bien lo mismo, pero a todo el mundo se le da bien algo. Algunos miembros de la familia serán buenos con los números, otros destacarán por su sensibilidad artística, otros tendrán don de gentes. Es importante que cada persona descubra ese talento, eso en lo que destaca, para potenciarlo al máximo.
Eso es lo que busca precisamente el capital humano, descubrir los talentos de cada miembro de la familia. Talento no significa tener muchos títulos ni el mejor expediente académico, sino extraer de cada uno lo mejor que puede aportar. Todos somos genios, pero se atribuye a Einstein esta frase: si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles vivirá toda su vida pensando que es un inútil.
Lo importante es saber en qué somos genios, siendo conscientes de que ni todos podemos ser peces ni ardillas, ¡y que todos los animales son importantes y necesarios para que el ecosistema funcione adecuadamente!
En vuestra familia, ¿sabéis en qué es buena cada persona? ¿Contáis con mecanismos que os ayuden a descubrir vuestros talentos? ¿Cómo potenciáis las fortalezas de cada miembro de la familia?
Estoy de acuerdo con Sergio Cuesta, en mi familia todos fabrican zapatos altos, pero yo decidí hacer lo que me gusta, porque fueron primero mis cualidades.
Un gran artículo. Erróneamente se asume que si una familia de zapateros tiene una empresa, todos tienen que fabricar zapatos. Como bien dices tu, yo conozco empresas familiares que funcionan muy bien. Pero funcionan bien porque cada uno de los miembros hace lo que mejor sabe hacer, uno fabrica las suelas, otro los empeines, otro se encarga de la gestión administrativa y otro visita posibles clientes.
Estimado Josep un gran saludo , que buen articulo ,
venimos desarrollando este tema con mucha profundidad y hemos encontrado muchos mas capitales en las dinastias empresariales como el capital familiar , el capital social , el capital estructural , el capital emocional aparte del capital financiero y del capital intelectual y del capital espiritual y el capital humano
un gran abrazo
Raul Serebrenik
Gracias por tu comentario, Raul. De los diferentes tipos de capital que apuntas hablaremos en los próximos posts.
Un saludo,
Josep Tàpies