Construyendo un mundo mejor

“Existe una gran diferencia entre ganar dinero para ti mismo y crear riqueza para los demás”. Estas palabras de Jamsetji Nusservanji Tata, el fundador de TATA Group, recogen la esencia de muchas empresas familiares.

Por supuesto, todas las empresas buscan generar beneficios, pero en muchos casos ese no es su único objetivo ni el principal. Volviendo al grupo TATA, su fundador explicaba: “no pretendemos ser más desinteresados, más generosos o más filantrópicos que otras personas. Pero comenzamos con unos principios comerciales sólidos y honestos, teniendo en cuenta los intereses de los accionistas, la salud y el bienestar de los empleados, y creemos que esa es la base de nuestra prosperidad”.

Fundado en 1868, este conglomerado indio está hoy formado por más de 100 empresas repartidas por los seis continentes y facturó más de 100.000 millones de dólares en 2017. Obtener beneficios no es incompatible con trabajar por un mundo mejor. Este caso confirma que las empresas más exitosas no solo buscan el lucro económico, la tercera idea que James C. Collins y Jerry I. Porras desmitifican en su libro Empresas que perduran (Paidós).

Escriben los autores: “No vamos a decir que las compañías visionarias no se hayan interesado en la rentabilidad o en la riqueza de los accionistas a largo plazo. Desde luego que buscan beneficios, pero también persiguen ideales más amplios y más significativos”. Toda empresa ha de ser rentable para poder subsistir, pues sin rentabilidad no podrá aspirar a alcanzar otros fines más significativos. “Los beneficios son como el oxígeno, el alimento, el agua y la sangre para el organismo; no son el objeto de la vida, pero sin ellos no hay vida”, apuntan Collins y Porras.

“Crear una inmensa fortuna personal nunca fue mi meta”, decía Sam Walton, fundador de Wal-Mart. También J. Willard Marriott, padre, explicaba que no había creado la cadena de hoteles que lleva su apellido buscando hacer fortuna. “Quería cosechar las recompensas del crecimiento: empleos para más personas, dinero para poder cuidar de mi familia y contribuir a las buenas causas”.

Con el deseo de aportar su granito de arena a la creación de un mundo mejor, son muchas las empresas familiares que ponen en marcha proyectos filantrópicos, para devolver a la sociedad parte de lo que han recibido de ella. Las empresas familiares buscan crear un legado y preservarlo, y muchas veces la filantropía es una forma de mantener vivo este legado a través del tiempo y de las generaciones.

¿Cómo logran las empresas familiares mantener vivos estos ideales tras la muerte del fundador o fundadora? Intentaré responder a esta pregunta en mi próximo post.