Me ha llamado la atención la frase de Tomás Fuertes en el artículo publicado en el blog de empresa familiar del IESE en la que habla de la importancia de conjugar el pasado.
No puedo estar más de acuerdo. En la reflexión a modo de epilogo del libro 100 familias que cambiaron el mundo decíamos textualmente: «¿Cómo puedes saber adónde vas si no sabes de dónde vienes?» Así se expresaba Alfred Chandler, el archiconocido profesor de historia empresarial de la Universidad de Harvard. La cita fue recogida por Seaman y Smith (2012) en un artículo titulado, no por casualidad, «La historia de tu empresa como herramienta para el liderazgo». Los autores citados añadían que los directivos sin paciencia para conocer su historia se olvidan de una verdad esencial: el conocimiento profundo del pasado es una de las más poderosas herramientas para modelar el futuro.
En su artículo, Seaman y Smith, exponen que una historia compartida es una gran parte de lo que une a los individuos en una comunidad y dota al grupo de una identidad propia. Una historia con un hilo narrativo ayuda a las personas a comprender lo que ocurre a su alrededor.
Tomás Fuertes habla en su artículo de crear el presente. El presente, según el historiador y filósofo David Carr, obtiene su sentido de los antecedentes de acontecimientos comparables a los que pertenece.
Descubrir o redescubrir la historia, retomar el hilo, recordar dónde estamos, dónde hemos estado y hacia dónde vamos: todo esto es tan importante para los grupos como para los individuos. Conocer la historia de un grupo al que pertenecemos, puede ayudarnos a ver los acontecimientos, y a nosotros mismos, como parte de una historia que aún se está desarrollando y de algo más grande que nosotros mismos.
Nos ayuda a entender el propósito, el por qué y el para qué existe la empresa en la que trabajamos y de la cual nos sentimos parte.
Solo cuando se logra este sentido de pertenencia, la organización de personas que es nuestra empresa, está asentada sobre pilares sólidos, porque las personas no tan solo ven satisfechas sus necesidades materiales por trabajar en esa empresa, sino que entienden la misma desde una óptica de misión tanto interna como externa.
Cuando se logra desarrollar ese sentido de pertenencia, la empresa goza de una de las mejores fuentes de ventaja competitiva que uno pueda imaginar.