En el post anterior hablábamos de una serie de buenas prácticas que la mayoría estaban centradas en el comportamiento de las personas integrantes del consejo de administración. El enfoque era, desde la perspectiva de la psicosociología que es la parte de la psicología que estudia la conducta humana en su interacción social.
Hoy nos centraremos en el consejo de administración como una organización que tiene que cubrir ciertos objetivos y para ello necesita tener unas determinadas características y llevar a cabo un conjunto de tareas.
Empecemos por sus características.
La estructura. ¿Cuántos miembros ha de tener un consejo?
Este es un tema que puede resultar controvertido, pero a mí me parece que debe ser aquel número de personas en el que todos y cada uno de sus miembros puedan expresar libremente su opinión y escuchar la opinión de los demás para entrar en un fructífero debate en un tiempo razonable. El consejo no puede estar formado por un número mayoritario de oyentes.
¿Y la composición? ¿Hay suficiente diversidad? No me refiero solamente a la imprescindible presencia de mujeres, muy competentes por supuesto, que las hay y muchas, sino también a la procedencia de los miembros del consejo por países o regiones. No llegaremos a ser una empresa verdaderamente internacional si no empezamos porque lo sea nuestro consejo de administración. Asimismo, es bueno tener personas procedentes de sectores diferentes para analizar los temas desde una perspectiva “thinking out the box”. También es importante el equilibrio entre consejeros dominicales (representantes de la propiedad), consejeros ejecutivos (si son necesarios) y consejeros externos que la literatura al uso suele llamar independientes.
Hablemos un poco del funcionamiento. ¿Cuántas reuniones al año ha de celebrar el consejo? De nuevo la respuesta no puede ser estándar, pero entre reunirse una vez al año para la formulación de cuentas y otra vez un rato antes de la junta para someter las cuentas a su aprobación junto al reparto de dividendos, tiene que haber un punto intermedio. Ese punto hay que saber fijarlo y hacer una lista de temas de gobierno que se puedan cubrir con el número adecuado de reuniones.
Para no hacer inmensamente largo este post finalizaré con un tema a mí me parece de importancia capital: la duración de las reuniones de consejo. Hay una cierta tradición (especialmente en empresas medianas) por la que parece que, si la reunión no es larga no se puede llegar a tomar decisiones acertadas. Sin duda el debate para enriquecimiento mutuo hasta llegar al consenso es importante. Sin embargo, si los consejeros han recibido toda la documentación necesaria con la suficiente antelación y la han estudiado a fondo, la reunión puede ser muy productiva en un periodo razonable de tiempo. Lo que no está permitido es ir a clase sin haber preparado el caso en profundidad. Si faltan anexos el consejero debe ser capaz de darse cuenta y pedirlos a tiempo.