Sigo con el tema de la visión que todo empresario de éxito tiene con respecto al futuro de su empresa. ¿Es suficiente la visión para dirigir una empresa de éxito? La pregunta es retórica. Es obvio que no es suficiente. Hacen falta más cosas.
Según Henry Mintzberg, una empresa es una combinación de tres ingredientes: Visión, oficio y gestión. Cada uno de los tres componentes aporta cosas positivas al desarrollo y sostenibilidad de la empresa. Mintzberg asocia la visión con el arte. El mundo de la imaginación, de las ideas, de lo aspiracional. La visión ayuda a elaborar una imagen compartida, centrándose en soluciones, impulsa la creatividad y es una buena herramienta para fomentar la colaboración. Lo del picapedrero y la catedral, ya saben…
En segundo lugar, me gustaría comentar el pilar en el que Mintzberg sitúa el oficio, “la artesanía” que a través de la experiencia desarrolla las capacidades distintivas que ayudan a que nuestra propuesta de valor sea única y preferida por nuestros clientes. Tiene que ver con el aprendizaje y la experimentación. Se trata del método de prueba y error, actuar para pensar, no sólo pensar para actuar. Provee a la empresa y a los empleados de reglas y criterios sencillos que orientan la toma de decisiones.
La gestión es el tercer elemento que define el citado autor. Lo he puesto en tercer lugar, no porque no sea importante, pero empieza a serlo a partir de que la empresa adquiere un cierto tamaño. La dirección científica -como algunos le llaman al Management– tiene que ver con pensar primero para poder definir, diagnosticar, diseñar y decidir. A los empresarios de primera generación este camino se les antoja muy largo, por no decir innecesario. No seré yo quien diga que no es necesario, pero hay que saberlo poner en el contexto de las tres dimensiones: Ver, hacer, pensar. ¿Cuál es el orden?
Algo parece claro. Sin ver a dónde vamos difícilmente conseguiremos pensar en algo que cristalice en un buen plan de actuación. Lo mismo pasa con el plan de actuación si antes no hemos desarrollado el oficio necesario. Al intentar materializar la visión aparecen los problemas.
Hace años, en mis clases a los alumnos del MBA que se interesaban por el mundo de la empresa familiar, les recomendaba que antes de ir a trabajar a su empresa familiar adquiriesen experiencia en otras empresas. Me parecía y me sigue pareciendo la mejor manera de empezar con buen pie una carrera profesional que podrá terminar -o no- trabajando en su empresa familiar. A aquellos que habían elegido trabajar en grandes empresas multinacionales les felicitaba porque allí iban a tener la oportunidad de aplicar muchos de los conocimientos que habían adquirido en sus dos años en el MBA y con toda seguridad adquirirían nuevas habilidades en el mundo de la gestión de la empresa.
Si embargo, les decía: al volver a la empresa familiar deberéis aprender el oficio. Sus caras solían mostrar expresiones de extrañeza. Cuando uno llega a una empresa que ha sabido crear un empresario con visión, tesón y oficio, tiene mucho que aprender y sería un gran error tratar de echarlo todo por la borda, sólo por pensar que conocer los saberes del Management es más que suficiente, porque no lo es.