Prometí en mi post anterior ocuparme de temas como: ¿cuáles son los primeros pasos? ¿quién debe liderar el proceso? ¿cómo elegir los consejeros externos?, una vez tomada la decisión de crear un consejo de administración.
Esas eran algunas de las preguntas que quedaron sin respuesta en el post anterior por falta de espacio.
Vamos a desarrollarlas hoy, pero antes de entrar en esas preguntas me parece que el empresario debe reflexionar sobre estos otros puntos.
Atender al grado de concentración de propiedad de mi empresa. Si la he fundado yo mismo, lo más probable es que la concentración sea altísima y en ese caso sí que hay que estar preparado para hacer algo que quizás nunca me he planteado con anterioridad: compartir el poder. En España un cuarenta por ciento de las empresas cuyo último propietario es identificable, siguen teniendo administrador único. Estamos hablando de empresas con una facturación superior a los cincuenta millones de euros. Si ese es el porcentaje en empresas de cierto tamaño, es fácil imaginar cómo debe ser en las empresas más pequeñas. Así pues, lo dicho: hay que aprender a compartir poder. Si no estoy dispuesto a compartir poder no hacen falta primeros pasos. Un consejo de administración florero lo puede montar cualquiera, pero aporta poco o casi nada.
El proceso de creación de un consejo de administración sólo lo puede liderar la propiedad. En esos primeros pasos es importante asegurarse de que ya tenemos un director general y un comité de dirección que trabajan de forma profesional y competente. Es habitual que en empresas de primera generación la organización sea del tipo “pulpo” o cefalópodo en general. Es decir, una cabeza con muchos tentáculos que está en el centro de la organización y resuelve los problemas de todas aquellas personas que se hallan en posiciones al final de los tentáculos. Cuando hay un problema, aquel viaja al centro desde uno de los tentáculos y regresa la solución del mismo a toda la organización a través de los demás tentáculos. Así es imposible crear un verdadero equipo de dirección. Por lo tanto, amigo empresario, esta es la pregunta ¿sigo estando en el centro de la organización y soy imprescindible para las decisiones del día a día? Si la respuesta fuese positiva nos queda un paso previo a la constitución de un consejo de administración.
Una tentación en la que es fácil caer es la de nombrar miembros del consejo a algunos directivos de confianza. Desde mi punto de vista es un error. Como ya dijimos en el post anterior una cosa es “hacer” (dirigir) y otra cosa distinta es “hacer hacer” (gobernar).
Si queremos un consejo de administración que aporte valor en términos de proyectar la empresa a largo plazo y asegurar la sostenibilidad de esta, hemos de incorporar a ese órgano personas que sepan de lo anterior. De lo contrario corremos el riesgo de duplicar el comité de dirección en ese órgano que podemos llamar consejo de administración, pero que realmente no lo será, porque no gobernará.
La incorporación de consejeros externos no es garantía de nada, pero personas con experiencia de gobierno suelen aportar a la hora de transformar una organización y orientarla a la sostenibilidad.