La revisión de la estrategia

En nuestro post anterior decíamos que un punto que ineludiblemente debe figurar en la agenda anual de temas que debe abordar el consejo de administración, es la revisión de la estrategia.

No hablamos de seguimiento de la estrategia, que daría para otro post, sino de revisión de esta. A propósito del seguimiento me gustaría aportar aquí una cuestión que me parece importante. La información que manejar. Es muy común, especialmente en empresas no muy grandes, que la información que se suministra al consejo de administración sea la misma que usa el comité de dirección para su trabajo ordinario. De este modo se está duplicando la función del comité de dirección, suele faltar visión a largo plazo. Hay que hacer un esfuerzo para construir un sistema de reporting al consejo y trabajar en indicadores estratégicos clave, para que las discusiones del consejo no deriven en cuestiones de corto plazo, perdiendo así su esencia. El consejo va con las luces largas puestas, no con las cortas.

Pero volvamos al tema que nos ocupa: la revisión de la estrategia. Para hacer una revisión bien hecha hay que empezar por los fundamentos.

Creo que son preguntas obligadas las siguientes: ¿Esta estrategia es coherente con el propósito de nuestra organización? ¿Está en la buena dirección para alcanzar la visión que tenemos de nuestra empresa? ¿Respeta nuestros valores?

En mi experiencia, resulta sorprendente descubrir cuantas empresas tienen consejos de administración con dificultades para responder a las anteriores preguntas o simplemente no les parecen necesarias; las consideran cosas de académicos que no sirven en la vida práctica de la empresa. Y justamente esta es la clave. Hace quince días recordaba una frase atribuida a Séneca que viene de nuevo como anillo al dedo: No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va.

Un consejo de administración tiene la obligación de tener clara la respuesta a las tres preguntas anteriores. Es una obligación ineludible de la propiedad y del consejo por delegación de esta. Si la propiedad está representada en el consejo a través de consejeros dominicales esto será más sencillo. Si la propiedad no está directamente sentada en el consejo, el consejo tendrá que hacer gala de sus capacidades hermenéuticas.

Este es un tema muy debatido especialmente en los foros de empresa familiar: ¿Debe haber miembros de la familia propietaria ejerciendo de consejeros dominicales para velar por la respuesta a las tres preguntas formuladas?

Lo dejo aquí porque me interesa mucho conocer vuestra opinión al respecto y prefiero no distraer vuestra atención con otros temas.