El sentido del legado

En este blog la figura del fundador visionario sigue ocupando un lugar central. Se trata de aquel empresario que, a partir de una idea y mucho esfuerzo, ha creado una empresa sólida, internacionalizada y reconocida en su sector. Una historia de éxito que, sin embargo, abre un nuevo capítulo cuando el fundador comienza a plantearse no sólo la continuidad del negocio, sino también el sentido de su legado.

La creación de fundaciones vinculadas a la empresa constituye una vía para canalizar ese deseo de asegurar el legado tal y como el empresario se lo imagina.

En el caso que nos ocupa, el fundador ha constituido una fundación que ya es propietaria del 30% del capital de la empresa que él fundó, con la intención de que, en el futuro, llegue a poseer el 100%. Su motivación es clara: evitar que, por razones personales o económicas, los herederos terminen vendiendo la compañía, diluyendo así su misión social y su independencia.

Sé que puede sonar un poco raro, pero el caso es real y conocido por quien firma este post. No es un caso único. Hay muchos y algunos son de empresas muy conocidas.

El dilema generacional: los hijos y la empresa
Si el empresario ha fundado también una familia, el primer interrogante inevitable es la reacción de los hijos. En toda empresa familiar, la transmisión intergeneracional suele estar cargada de expectativas, emociones y posibles tensiones. ¿Aceptarán los descendientes que la mayor parte del patrimonio se canalice hacia una fundación? ¿Verán en esta decisión una forma de exclusión, o entenderán que se trata de preservar un proyecto con vocación de trascender lo puramente económico? La gestión de esta comunicación resulta clave, pues del consenso o al menos de la comprensión de la familia dependerá gran parte de la estabilidad futura.

Gobernanza de la fundación: entre la misión y la eficacia
Una fundación que se convierte en accionista de control requiere un diseño institucional sólido. La elección de los patronos no puede quedar sujeta únicamente a la discrecionalidad del fundador, sino que debe obedecer a criterios objetivos de compromiso con la misión, capacidad profesional y diversidad de miradas. La creación de un consejo de administración profesionalizado se convierte en una pieza esencial para garantizar un buen gobierno corporativo. Su rol será doble: preservar el legado del fundador y asegurar que la empresa siga siendo competitiva.

El desafío del largo plazo
El aspecto más complejo se refiere a la sostenibilidad del modelo dentro de 30 o 40 años, cuando el fundador ya no esté. ¿Cómo asegurar que los patronos de entonces actúen con la misma convicción y sentido de misión? Aquí se abre el debate sobre los sistemas de nombramiento: ¿serán cooptados por el propio patronato, designados por instituciones externas, o existirá una combinación de ambos? La respuesta no es única, pero sí requiere reglas claras, mecanismos de rendición de cuentas y una cultura institucional que premie la responsabilidad y el compromiso con el bien común.

Conclusión: una herencia más allá del patrimonio
El tránsito de una empresa con estructura de propiedad convencional hacia un modelo fundacional plantea preguntas complejas, pero también ofrece una enorme oportunidad: la de trascender el ciclo vital del fundador para convertirse en un actor social permanente. El fundador que decide entregar su obra a una fundación no sólo protege su legado empresarial, sino que lo amplifica al ponerlo al servicio de la sociedad. El reto radica en diseñar estructuras de gobernanza que aseguren que, dentro de varias décadas, ese espíritu inicial siga vivo y adaptado a los desafíos del futuro.