Si los valores son la esencia de las empresas familiares, la transmisión de estos valores es el principal desafío al que se enfrentan las familias empresarias. Y se trata de un reto a diferentes niveles, porque es importante contagiar estos valores no solo a los miembros de la familia sino también a los empleados de la empresa que no pertenecen a la familia.
“El reto está en que las nuevas generaciones familiares sigan teniendo el espíritu que refleje los valores de la compañía”, explica Leandro Sigman, director general del Grupo Chemo, en el estudio «Los valores y la comunicación en la empresa familiar», que hemos llevado a cabo en colaboración con Atrevia.
¿Y qué dificulta la supervivencia de los valores a lo largo del tiempo? Las diferencias generacionales y la dispersión geográfica son dos de los obstáculos a los que la familia empresaria debe enfrentarse. “Cuando la familia crece, el reto es mantener la unidad porque los miembros se dispersan geográficamente y también a nivel de edad”, explica Ignacio Osborne, consejero delegado de Grupo Osborne.
Otras dificultades derivan de los cambios sociales, económicos y generacionales. Por ejemplo, Fernando Elizondo, de Corporación EG, subraya la dificultad de inculcar a los más jóvenes valores universales como la paciencia. Comenta que «las nuevas generaciones están más preocupadas por el corto plazo, quieren ver resultados inmediatos”.
En mi opinión este es uno de los grandes retos: en la era de la inmediatez, ¿cómo inculcar y desarrollar en las nuevas generaciones la idea de capital paciente que es tan característico de las empresas familiares?
Estos retos hacen referencia a la transmisión de los valores en el seno de la familia empresaria, pero como apuntaba al principio del post, también es necesario que los empleados ajenos a la familia compartan estos valores que guían la actividad de la empresa familiar. Es obvio que, al no ser miembros de la familia, no vivirán de la misma forma ese vínculo emocional que son los valores.
Por eso es importante, como apunta el estudio, aprender a armonizar lo emocional con lo racional para que los trabajadores que no forman parte del vínculo familiar se sientan parte de una filosofía común. El negocio se desarrolla de forma racional pero los vínculos de quienes participan en él son emocionales, así que lograr alinear las diferentes motivaciones hacia un fin común es otro de los retos de las empresas familiares. José Miguel Guzmán, gerente general de Lo Campino en Argentina, destaca lo difícil que es “lograr contratar empleados que compartan los valores de la familia y de la compañía, porque éstos deben estar antes que los beneficios económicos”.
La gestión de las emociones es clave para lograr una buena comunicación y la comunicación es una herramienta esencial en la transmisión de los valores, según concluye el estudio que hemos elaborado con Atrevia. Resulta chocante ver que casi el 80% de los encuestados considera que tener mecanismos de comunicación formal ayuda a transmitir los valores familiares y contribuye a la continuidad de la empresa familiar, pero solo un 41% cuenta con ellos.
Está claro que la comunicación es un aspecto clave para preservar los valores de la familia empresaria, tanto dentro de la familia como en la empresa familiar. La comunicación es la savia que alimenta el árbol de la empresa familiar. El estudio «Los valores y la comunicación en la empresa familiar» arroja luz sobre los retos que supone la comunicación en la familia empresaria, entre la familia y la empresa, y con los medios de comunicación. A esos temas dedicaré los próximos tres posts.
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.