¡Quién pudiera trabajar en una empresa familiar!

A juzgar por el último Edelman Trust Barometer: Family Business, muchas personas se sentirían identificadas con la exclamación que da título a este post. Al menos, así lo manifestaron más de la mitad de los encuestados que participaron en el estudio: aseguraron que preferían trabajar en una empresa familiar.

Dicen James C. Collins y Jerry I. Porras en Empresas que perduran (Paidós) que las empresas visionarias son “un magnífico lugar para trabajar”. Y como hemos visto en los últimos posts de este blog, sin duda podemos afirmar que muchas empresas familiares son visionarias.

Eso sí, advierten Collins y Porras que las empresas visionarias son el lugar idóneo para trabajar sólo para aquellas personas que comparten su ideología básica y sus valores. Las empresas familiares poseen un férreo sistema de valores  y quienes no lo compartan difícilmente se sentirán a gusto trabajando en ellas.

Las empresas visionarias “tienen tan claro lo que representan y lo que tratan de alcanzar que no tienen sitio para los que no quieran o no puedan concordar con sus exigentes normas”, explican los autores de Empresas que perduran. En realidad, el encaje entre trabajador y organización debe darse en cualquier empresa, sea o no de propiedad familiar. Quizá la particularidad de las empresas familiares es que los valores impregnan cada aspecto del negocio ya desde su fundación.

Otras características que convierten a las empresas familiares en excelentes lugares para trabajar son que favorecen el liderazgo positivo y que ofrecen el contexto idóneo para aumentar el bienestar. En las empresas familiares se ponen en práctica de manera natural muchas de las estrategias para aumentar el bienestar en las organizaciones propuestas por el campo de la psicología positiva, como explica la investigadora Lucía Ceja en este artículo.

Algunos valores comunes en las empresas familiares, como la generosidad y la humildad; sumados a la perspectiva a largo plazo y el sentido de legado, contribuyen a la creación de puestos de trabajo en un entorno “casi familiar” donde las personas están cómodas porque no solo se satisfacen sus necesidades materiales. La relación va más allá de lo meramente contractual. Por todo ello, “las empresas familiares tienen todo el poder para hacer del mundo un lugar más feliz”, en palabras de Lucía.

A la vez, estos ingredientes dotan a las empresas familiares del potencial para desarrollar de manera natural el liderazgo positivo. Este tipo de liderazgo busca sacar lo mejor de las personas y de las organizaciones; estimula y resulta inspirador, por eso es cada vez más valorado y buscado por los profesionales.

No es pues de extrañar que la empresa familiar sea percibida como un buen lugar en el que desarrollar la carrera profesional.

Precisamente sobre captación de talento hablaré en mi próximo post. ¿Puede sobrevivir la empresa familiar solo con talento familiar? ¿Es conveniente incorporar a profesionales externos? Sobre estas cuestiones reflexionaré en la próxima entrada.