La riqueza es mucho más que dinero. No es la primera vez que lo digo en este blog.
Riqueza es abundancia de bienes, pero también abundancia de cualidades o atributos excelentes, según la definición de la Real Academia Española. Así entendida, la riqueza no solo tiene que ver con el dinero sino también, y mucho, con las personas.
Por eso muchas empresas no solo se preocupan por sus resultados económicos, sino también por el impacto que su actividad tiene en la comunidad y en la sociedad.
La actividad empresarial es algo que va más allá de los aspectos puramente financieros, como explica mi colega Rafael Andreu, profesor emérito de Dirección Estratégica del IESE, en su libro Huellas. Construyendo valor desde la empresa (Edicions Dau).
Hace unos días, ordenando los títulos de mi biblioteca, reencontré este libro y empecé a releerlo. Me parece muy interesante lo que propone: entender la empresa desde una perspectiva integrada que incluya tanto su contribución económica como humana. Sugiere ir más allá de lo económico cuando hablamos del valor generado por las empresas y tener en cuenta también las huellas que éstas generan para producir ese valor económico.
Esta concepción integral de la empresa promueve un management más ético y responsable, algo muy necesario en los tiempos que corren, puesto que los numerosos escándalos financieros y empresariales de los últimos años han puesto en tela de juicio la credibilidad de empresas, directivos, gobiernos y medios de comunicación, como señalan las últimas ediciones del Edelman Trust Barometer.
Un empresario o un directivo que genera falsas expectativas para obtener un sobreesfuerzo de su equipo o un comercial que miente para cerrar una venta puede que consigan su objetivo a corto plazo, pero a largo plazo estarán minando la relación con sus colaboradores y con sus clientes, respectivamente. Habrán generado unas huellas negativas que serán muy difíciles, o casi imposibles, de borrar. Las huellas son parte genuina de los resultados empresariales, explica Rafael Andreu, y pueden ser positivas o negativas.
Eso es algo que muchas empresas familiares tienen muy claro: son conscientes de su impacto en los distintos grupos de interés, saben que sus objetivos van mucho más allá de los resultados a corto plazo y por eso anteponen el legado a los beneficios económicos. Pero nunca está de más reflexionar sobre estas cuestiones. ¿No os parece?
Con esta entrada doy inicio a una serie de posts, inspirada en el libro que he mencionado anteriormente, en la que abordaré distintos aspectos relacionados con la ética de los negocios y las huellas que tanto empresas como directivos generan al llevar a cabo su actividad. ¡Espero que os resulten interesantes e inspiradores!