Hace casi cincuenta años, cuando empecé mi MBA, tuve la suerte de tener un profesor que a sus 39 años se jactaba de no haber hecho otra cosa que estudiar y dar algunas clases hasta aquel momento.
Era un auténtico erudito y gran profesor. Además de lo mucho que aprendí de él sobre macroeconomía, lo que más me llamó la atención fue su primer discurso en forma de advertencia el primer día de clase.
Nos dijo: Han elegido Vds. unos estudios que si todo va bien les conducirán muy rápidamente a la cumbre de una empresa, probablemente importante.
Será el premio a su trabajo bien hecho, pero tengan cuidado porque esa cumbre tiene varias trampas. La más letal es hacer un uso desmesurado del poder y de repente encontrarse en el centro de la nada. Un lugar vacío y lleno de soledad: ese lugar es difícil de reconocer pues ya se encargan los aduladores de que el que está en esa cumbre no note el vacío. Yo les voy a dar una pista: Si un día se sienten molestos porque al llegar a la suite del hotel de cinco estrellas las rosas de la habitación no son suficientemente frescas o el champagne de cortesía no está suficientemente frio, han llegado Vds. exactamente al centro de la nada.
Me pareció un sabio consejo, no tanto por la receta práctica de reconocimiento, si no por la idea del riesgo de poder llegar a una situación sin sentido en lo personal. La anécdota me ha venido a la cabeza al leer una publicación del profesor Carlos Llano llamada Decadencia y Auge de la Dirección General. En esa publicación tomada del libro El nuevo empresario en México, el profesor Llano dice entre otras interesantes cosas lo siguiente: Quien tiene la responsabilidad de la direccion general de una organización o la presidencia de su consejo de administración, ha de adoptar desde el principio una actitud que será definitiva: adentrarse en la organización o encumbrarse en ella. Esta doble actitud radical responde a dos sistemas diversos de motivaciones, cuya influencia debe el director cuidar como una de sus más importantes responsabilidades.
La forma de entender el liderazgo de quien tiene la máxima responsabilidad condicionará todo lo demás.
En los años 90 James Hunter publicó el libro The Servant que fue traducido al español bajo el titulo de La Paradoja . En el mismo y bajo un agradable estilo novelado el autor explica la importancia de la actitud de servicio cuando se tienen grandes responsabilidades. Entresaco del libro esta frase: Con poder se puede comprar y vender, se puede dar y quitar. Se puede tener poder por ser amigo o familiar de alguien, o por haberlo heredado. Esto no vale para la autoridad, que tiene que ver con lo que se es como persona, con el carácter y la influencia que se ha ido ejerciendo sobre las demás personas.
Aquí lo dejo. A vosotros os corresponde reflexionar cual es vuestro estilo de liderazgo y donde estáis.