En el post anterior se dibujaban dos tipos de consejos que, simplificando, podríamos llamar de control y de valor. Entendemos por consejo de control aquel cuya principal función es la de controlar al máximo directivo de la empresa (agente según la terminología del post anterior). A mi modo de ver, tener el consejo solo para controlar es desperdiciar una gran oportunidad. Sin embargo, si esa es la opción, a los consejeros se les debe exigir que tengan un mínimo de conocimientos asociados a lo económico-financiero. Que por lo menos sepan interpretar con soltura los estados contables y comprendan los flujos financieros de cualquier empresa. No sería la primera vez que vemos confundir el beneficio con la caja. Conocer la historia de la empresa es importante también. La empresa no son solo los números. Por supuesto han de ser personas honestas, con unos valores acorde con los de la empresa y con disponibilidad de tiempo para poder estudiar en profundidad la información que se les suministre antes de cada reunión. Han de ser personas con criterio (un atributo cada vez menos común en nuestra sociedad).
Controlar no significa exigir de mala manera y por lo tanto han de ser personas que sepan expresar su punto de vista con firmeza y delicadeza a la vez. Personas independientes y sin conflictos de interés. Lo podríamos completar con la experiencia previa y una buena reputación profesional.
El consejo de administración entendido de la forma que describe el párrafo anterior seguramente controlará bien, pero a mí me sigue pareciendo que estamos perdiendo una oportunidad.
Una oportunidad clara de aportar valor desde un órgano que, bien configurado y sabiéndolo utilizar, es de gran aporte de valor para la empresa. Debería ser el órgano que más valor aporte.
Consejo de valor o, mejor, orientado a la aportación de valor es aquel compuesto por un grupo de personas que consiguen que las cosas se hagan sin hacerlas directamente. La capacidad de influencia juega aquí un papel fundamental, pero no solo eso. Se trata de una profesión que no puede ejercer cualquiera. Hay que tener otros atributos. Vamos a tratar de desgranarlos un poco.
Para un análisis más o menos sistemático se me ocurre pensar en estas dimensiones: conocimientos, capacidades, cualidades, actitudes y valores. Por supuesto podrían añadirse otras, pero voy a conformarme con estas cinco que en un próximo post analizaré con detalle.
Interesantes y reflexivos los valiosos aportes del profesor Josep.