Así he titulado una sesión que voy a impartir el próximo día 21 de noviembre en el campus del IESE en Barcelona, en el contexto del programa Renovación de la empresa familiar que ya mencioné en un post anterior.
Al preparar esa sesión me han venido a la cabeza una serie de conceptos que creo que es bueno recordar en cualquier empresa y más concretamente en las empresas familiares.
Una de las principales funciones del consejo de administración en asegurar la sostenibilidad de la empresa a largo plazo.
Una forma de sistematizar el tema es el viejo consejo de mirar fuera, donde están las amenazas externas, pero también mirar dentro donde están las amenazas internas.
Voy a centrarme en este post en tres amenazas internas.
La primera es la acomodación y la subsiguiente relajación. Cuando las cosas van bien tenemos tendencia a pensar que todo va a seguir igual y nos acomodamos. Hay que mantener continuamente la tensión pensando en qué puede obligarnos a cambiar el statu quo, salir de nuestra zona de confort y pensar si alguien lo puede hacer mejor que nosotros, aunque ese alguien venga de fuera de lo que llamamos sector y que no es otra cosa que el conjunto de empresas que pueden ofrecer la misma solución a la necesidad real de un cliente. Pensando de este modo a lo mejor se nos quitan las ganas de acomodarnos.
La segunda es la incoherencia. No se puede crecer a dos dígitos sin contar con los recursos financieros necesarios, por citar lo más obvio. Pero no solo harán falta recursos financieros. También harán falta una serie de capacidades y un sistema de actividades que resistan un fuerte crecimiento. No tener en cuenta lo anterior nos puede llevar a morir de éxito y da lo mismo morir de éxito que de inanición. Ambos conducen a lo mismo. Justamente lo que el consejo de administración debe velar por que no ocurra.
En el caso de las empresas familiares, otro posible riesgo son las propias relaciones intrafamiliares. Una empresa familiar solo puede sobrevivir si en la familia propietaria hay la suficiente armonía familiar y el compromiso claro de seguir siendo empresa familiar. Este tema, siendo muy importante (quizás el que más) a veces se da por supuesto y la experiencia muestra que no hay que dar nada por supuesto, pues las empresas y las familias las forman personas y las personas, como sabemos, somos cada uno una pequeña caja de sorpresas.
Se trata de satisfacer todas las expectativas, razonables naturalmente, de cada uno de los miembros de la familia propietaria asignando a cada uno la responsabilidad que más se adecue a sus expectativas y capacidades. Unos podrán estar en la dirección de la empresa, otros en el gobierno, pero lo más importante es que todos se comporten como accionistas responsables.