Suelo empezar mis clases sobre gestión del cambio con una transparencia invitando a los participantes del programa a adivinar de quién es la siguiente frase: Se debería recordar que no hay nada más difícil de emprender, más peligroso de llevar a cabo y con menos garantías de éxito, que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas, porque la innovación tiene como enemigos a todos aquellos que se beneficiaron de las condiciones antiguas.
La gente teme y desconfía de la persona que promueve el cambio y no cree en nuevas ideas hasta que no tiene una larga experiencia con ellas.
Por el título del post es fácil deducir que el autor es Nicolás Maquiavelo. La cita aparece en su obra El príncipe. Cito de la introducción de la edición comentada por Napoleón Bonaparte esta frase: “El príncipe de Nicolás Maquiavelo es un clásico en el sentido literal del término, pero también uno de los libros peor entendidos de la historia de la literatura mundial” (sic).
Es realidad, ver cómo se utiliza el término «maquiavélico» cargado de connotaciones negativas, cuando en realidad Maquiavelo fue un gran observador de la realidad de su tiempo. Supo entender los mecanismos de ejercicio del poder. Describió acertadamente cómo era el ejercicio del poder en su tiempo. No ha cambiado tanto.
Un buen empresario debe entender el funcionamiento de los mecanismos de poder en su organización. Sin ello está abocado al fracaso. Las empresas necesitan cambios a lo largo de su vida para adaptarse a los cambios de entorno económico y social, ergo deberán cambiar para adaptarse a las nuevas circunstancias y a la nueva estrategia que lo tiempos requieran.
En su obra Política de empresa, Antonio Valero y José Luis Lucas afirman que un proceso de cambio es un proceso político con sus consiguientes juegos de poder. En las empresas hay muchos poderes e influencias que juegan en las relaciones y en las decisiones; en ellas mandan los paquetes accionariales, los directivos, los sindicatos, los empleados, los poderes públicos, los proveedores… y se producen juegos productivos o destructivos. Sería un gran error obviar el carácter político de las organizaciones. En ellas existen coaliciones políticas con sus propias agendas y sus puntos de vista sobre las acciones que debe emprender la organización. Las líneas políticas cruzan las funcionales, departamentales o divisionales. Incluso a veces cruzan las líneas formales.
Asumido (por lo menos por mi parte) que las empresas son organizaciones con dimensión política, por cuanto su funcionamiento está basado en la relación entre personas y la psicosociología, en un próximo post nos centraremos en cómo debe ser la gestión del cambio bajo este enfoque.