Evaluar bien el riesgo no significa ser inmovilista

Las empresas familiares se atreven a pensar de forma disruptiva, se preparan para aprovechar las oportunidades que surjan y facilitan el liderazgo trascendente. Entre otras muchas, estas serían algunas singularidades propias de las empresas de propiedad familiar.

Si hay algo que caracteriza a las empresas familiares es su capacidad de desmarcarse de las urgencias que impone el corto plazo y proyectarse hacia el largo plazo. Para la mayoría de familias empresarias, que el negocio se traspase de generación en generación es mucho más importante que conseguir el éxito inmediato.

Con este objetivo de supervivencia en mente, las empresas familiares suelen ser poco propensas a asumir riesgos innecesarios, lo que no significa que tengan una excesiva aversión al riesgo, sino que se toman muy en serio la valoración de los riesgos que puede suponer emprender una nueva aventura empresarial. Por eso, cuando deciden invertir en un proyecto es con el firme propósito de sacarlo adelante.

Esta cautela lleva muchas veces a creer, equivocadamente, que las empresas familiares son excesivamente conservadoras, poco innovadoras y que huyen del cambio. ¡Nada más lejos de la realidad, teniendo en cuenta que toda empresa familiar es fruto de la valentía, el arrojo y el espíritu emprendedor de quien(es) la funda(n)! Todas las empresas tienen claro que sin innovación no hay futuro, y las de propiedad familiar no son una excepción.

Leander Bekaert empezó en 1880 fabricando alambre de espino para cercas de ganado y hoy la familia Bekaert controla una compañía que está presente con sus soluciones para cables de acero en minería, automóvil, construcción y muchos otros sectores. Bekaert es solo un ejemplo de las muchas empresas familiares que han hecho de la innovación una capacidad para poder cumplir con su propósito de legado a las siguientes generaciones.

Acusar a la empresa familiar de inmovilista no es justo ni representativo: si algo demuestran los casos que recoge el libro de 100 familias que cambiaron el mundo es que muchas empresas familiares han sabido adaptarse al paso del tiempo. No existen fórmulas mágicas para garantizar el éxito de un proceso de cambio, pero sí algunos consejos que pueden ayudar a minimizar los riesgos. Es importante que, a la hora de plantear el cambio, se haga de forma sincera y realista, con convicción y determinación.

Quien promueva el cambio debe estar firmemente convencido de lo que propone, ser capaz de defenderlo con argumentos, y tener la determinación suficiente para implantar el proceso necesario para llevarlo a cabo. Solo si se cumplen estos tres factores, el cambio podrá hacerse realidad.

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